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Los adolescentes y el uso indebido de drogas. (Parte III)

La acción escolar requiere el planteamiento de programas que proporcionen no sólo conocimientos sino también valores, creencias, actitudes y hábitos que se opongan al abuso de las drogas.

Acciones positivas:
 
Para promover la salud toda la sociedad debe ser protagonista. En esta tarea tienen que intervenir la familia, la escuela, la administración pública, los medios de comunicación, la publicidad, los líderes de opinión (deportistas, actores, cantantes, etc) y los propios jóvenes.
 
La acción comunitaria deberá organizar y desarrollar programas de actividades que integren a todos los miembros de la población, potenciar actividades que profundicen el concepto de “salud integral”, conseguir la maduración y responsabilidad de las personas potenciando el aumento de sus capacidades, evitar la excesiva disponibilidad de las drogas limitando su uso y controlando los lugares de venta.
 
En cuanto a la acción familiar muchos padres no saben cómo ni qué hacer. No se trata de soluciones mágicas, sino de conseguir un clima de confianza y comunicación en la familia que permita abordar este y otros temas importantes antes de que aparezcan las dificultades. Esto exige de los padres una actitud preocupada por conocer las ideas, las amistades, los problemas y las inquietudes de sus hijos.
 
La acción escolar requiere el planteamiento de programas que proporcionen no sólo conocimientos sino también valores, creencias, actitudes y hábitos que se opongan al abuso de las drogas. Sería conveniente pensar en un programa de acciones, en un proyecto, referido a cada escuela con sus características propias donde tengan participación las diversas áreas que componen la comunidad educativa (docentes, padres, alumnos, centros de salud próximos, etc) apoyados por talleres, charlas o encuentros con especialistas. La acción escolar tiene como principal obligación un continuo y permanente contacto con los niños y adolescentes en desarrollo haciéndose cargo de implementar acciones que favorezcan el bienestar de los alumnos.
 
 
 
Buen uso del tiempo libre en la adolescencia:
 
Si bien la naturaleza del consumo de drogas psicoactivas es multifactorial, es indudable que en un medio como el nuestro, es el desempleo y el inadecuado uso del tiempo libre en los púberes y adolescentes uno de los factores de riesgo que está asociado fuertemente con la experimentación y habituación del consumo de bebidas alcohólicas y otras drogas psicoactivas.
 
Algunos hábitos y excesos relacionados al indebido uso del tiempo libre y el entretenimiento mal entendido pueden ser superados en la medida que los adultos seamos capaces de ayudarlos a encontrar otras formas más saludables de utilizar el tiempo recreativo.
 
El tiempo libre es una buena oportunidad para desarrollar y afianzar hábitos de participación en los adolescentes y para transmitirles valores de convivencia y sociabilidad. Que eso sea así depende de que el trabajo con adolescentes en el tiempo libre sea una tarea educativa y no una mera planificación de entretenimientos
 
El uso del tiempo libre forma parte esencial de la vida de los adolescentes, en relación a la etapa de desarrollo en que se encuentran y al entorno en que viven: familia, barrio y escuela. El tiempo libre sería aquel tiempo disponible, que no es para estudiar y que incluye el dormir, comer y que puede ser destinado al ocio, el descanso, la recreación, el desarrollo personal o para realizar actividades que satisfagan necesidades esenciales, tales como la sociabilidad e identidad del adolescente.
 
Las actividades que se realizan en el tiempo libre, con quienes y dónde se hacen son claves en la promoción y prevención de la salud de los adolescentes y deben formar parte de la evaluación integral de salud de un joven. El destino positivo que se dé a este tiempo libre, puede jugar un rol protector para un adolescente, pero por otro lado puede ser un factor de riesgo si existen condiciones negativas de estas actividades o con quienes se realizan.
 
Los padres deben motivar a sus hijos, desde pequeños, a la práctica de actividades en su tiempo libre, donde puedan expresar aptitudes, desarrollar habilidades, especialmente sociales y que idealmente le favorezcan un desarrollo más integral en su salud física, mental, social y espiritual. Luego deben respetar las elecciones del hijo adolescente, acompañándolo, sin invadirlo y protegiéndolo, sin sobreproteger, en las actividades que realice en esta etapa. Se le deben entregar reglas y límites claros, que pueden ser revisados y negociados cada cierto tiempo, incluyendo las consecuencias si son trasgredidas. Los padres deben plantear su temor en relación a conductas que lo expongan a riesgo y se debe ser categórico y explícito en el rechazo a ellas.

  

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