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Uno de los mejores chistes sobre los psicólogos alude a que «te dicen lo que ya sabes, pero con palabras que no entiendes». Como todos los buenos chistes, tiene una pizca de verdad, pero solo una pizca. Para ver por qué, analicemos más de cerca la noción de sentido común y su relación con la Psicología del Trabajo.
El sentido común a veces se expresa en refranes como “más vale pájaro en mano que ciento volando”. Sin duda eso es sentido común porque, después de todo, pone de manifiesto que es mejor algo seguro que la incierta probabilidad de grandes beneficios. Pero es posible que ya haya recordado otro refrán: «quien no se arriesga, no gana». Bueno, sí, eso también es de sentido común.
En general, en esta vida debemos arriesgarnos cuando surjan las oportunidades, de lo contrario nos pasarán de largo. Este ejemplo ilustra una característica importante del sentido común. Puede resultar contradictorio. Ambos son ciertos, a veces y en algunas circunstancias. Los psicólogos se dedican a determinar cuándo y en qué circunstancias (Arnold et al., 2005).
Otra característica del sentido común es que a menudo se produce después del evento. Observamos lo que sucede, reflexionamos sobre lo que hemos visto y construimos una explicación para ello (sesgo retrospectivo). Olvidamos que igualmente bien podríamos haber explicado el evento con la misma facilidad si hubiera sucedido de manera muy diferente.
De hecho, esta capacidad de generar explicaciones es una parte importante del ser humano. Tenemos una variedad de «teorías implícitas» para explicar lo que sucede a nuestro alrededor. Pero asumimos demasiado fácilmente que el que elegimos es el que todos los demás elegirían (efecto del falso consenso) y lo llamamos sentido común.
Ciertamente, podemos argumentar que incluso sin psicólogos, nuestra comprensión de cómo funciona el mundo en general parece ser lo suficientemente buena como para llevar una vida razonablemente exitosa.
De hecho, los psicólogos están cada vez más interesados en cómo le damos sentido a nuestra vida cotidiana y en cómo usamos el lenguaje para construir una descripción coherente de nuestra realidad (Holtgraves y Kashima, 2008).
En este sentido, debemos preguntarnos cómo los psicólogos del trabajo recopilan su información y qué hacen con ella.
Después de todo, si los psicólogos quieren que los empresarios y los trabajadores les tomen en serio, deben demostrar que sus conclusiones se basan en teorías contrastadas con datos y análisis sólidos.
Editorial: Sanz y Torres
ISBN: 9788418316302
Publicado:7/2021
Páginas: 264
Idioma: Español
Encuadernación: Rústica