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Aplicación del modelo de discapacidad cognitiva en la Enfermedad de Alzheimer (Parte II)

 La enfermedad de Alzheimer es un síndrome neurodegenerativo que se caracteriza por un declive en el funcionamiento intelectual, que con el paso del tiempo genera una pérdida o deterioro global en cada uno de los procesos cognitivos.

Enfermedad de Alzheimer.
 
 
La enfermedad de Alzheimer es un síndrome neurodegenerativo que se caracteriza por un declive en el funcionamiento intelectual, que con el paso del tiempo genera una pérdida o deterioro global en cada uno de los siguientes procesos cognitivos: 
 
* Orientación: las personas pierden la noción del tiempo y del espacio, (Ej. Pueden llegar a perderse en su propia casa).
* Atención: les cuesta mantener la concentración en una tarea concreta y muestran una actitud dispersa, de desconexión.
* Memoria: comienzan por pequeños olvidos y a medida que la enfermedad evoluciona se olvidan de las personas de su entorno.
* Lenguaje: resultado de la pérdida de memoria aparecen trastornos como la anomia (se olvidan de los nombres de las cosas), producen ecolalia (repeticiones de palabras), reproducen palabras de forma dificultosa e inentendible.
* Praxis: pierden capacidades de realizar tareas cotidianas, como vestirse, peinarse, hacer la cama. Dejan de saber hacer.
* Gnosis: no reconocen objetos o personas a través de los sentidos, ya sea por la vista, tacto, olfato, etc.
* Funciones ejecutivas: tienen gran dificultad en la resolución de problemas por pequeño que sea este. Se ve mermada la capacidad de pensamiento abstracto y de razonamiento. Siendo estas patologías duales como la tarea cognitiva y motora de forma simultanea.
 
Cabe destacar además la presencia dentro del cuadro clínico de la enfermedad, tanto alteraciones psicológicas y comportamentales, como cambios de personalidad que pueden llegar a convertir el entorno del enfermo en altamente estresante y disruptivo, al igual que para el cuidador o resto de la familia.
 
Hay que mencionar que fue en 1907 cuando Alois Alzheimer  dio nombre a este síndrome, con el primer diagnóstico definitivo a través del examen anatomopatológico post-morten, del cerebro de una paciente. El cuadro clínico, fue introducido por Kreapelin en la octava edición del “Manual de Psiquiatría” en 1910 .
Dentro del cuadro clínico de los criterios diagnósticos de la E.A. introducidos a partir de los años 80 en el DSM-III , pueden aparecer síntomas psicológicos y comportamentales, como depresión, ansiedad, delirios, alucinaciones, cambios de personalidad o agresividad. 
 
Dicha clasificación, reconocida como manual diagnóstico y estadístico, fue actualizada y recopilada en la DSM-IV , la cual considera que la demencia se caracteriza por un déficit cognoscitivo múltiple que implica un deterioro en la memoria.
 
La Enfermedad de Alzheimer, se destaca por ser el tipo de demencia más frecuente, diferenciándose con otros tipos de demencia por su etiología, siendo esta de carácter orgánico o fisiológico directo, considerada como una demencia de tipo degenerativa primaria irreversible. Su origen se atribuye a múltiples factores de riesgo, aunque es la edad avanzada el más influyente.
 
Más concretamente, la E.A. se caracteriza por cambios específicos considerados rasgos de la enfermedad. Afectando principalmente a la destrucción de neuronas que se encuentran en zonas clave, como son el córtex cerebral, el hipocampo y núcleos basales.
 
 
Curso Evolutivo.
 
Con relación a lo anteriormente expuesto, la EA  se caracteriza por el empeoramiento progresivo de la sintomatología global del paciente. Aunque no todos ellos experimenten el mismo patrón de deterioro, sino que cada caso evoluciona en función de los distintos factores relacionados y se considera que tiene entidad propia. 
Actualmente, existen distintas clasificaciones respecto al curso evolutivo de la enfermedad de Alzheimer. 
 
Según la Escala de deterioro global (GDS) desarrollada por el Dr. Barry Reisberg , director del Centro de Investigación de Demencia y Envejecimiento Silberstein de Nueva York, la enfermedad de Alzheimer se divide en una serie de etapas, las cuales se presentan a continuación y sirven de guía para entender el progreso de la enfermedad. 
 
1ª Etapa: Ausencia de daño cognitivo (Función normal, GDS 1).
 
La persona no experimenta problemas de la memoria y no hay síntomas evidentes de enfermedad en las valoraciones de profesionales médicos.
 
2ª Etapa: Disminución cognitiva muy leve (Olvido senil benigno, GDS 2).
Comienzan a cometerse fallos de memoria, pequeños olvidos de palabras conocidas o el lugar donde se colocó un objeto de uso cotidiano.
 
Se produce un enlentecimiento de la secuenciación de movimientos, problemas de coordinación y aprendizaje. Disminuye la capacidad de abstracción y la resolución de problemas.
 
Sin embargo, estos problemas no son evidentes en la consulta médica ni resultan significativos para familiares o entorno social del paciente.
 
3ª Etapa: Disminución cognitiva leve (EA Incipiente, GDS 3). 
Aparecen problemas de memoria o concentración que pueden ser medibles a través de una entrevista médica detallada.
 
Apreciando:
Dificultad notable de encontrar la palabra o el nombre adecuado.
Capacidad reducida para recordar nombres al ser presentado a nuevas personas.
Mayor dificultad notable de desempeñar tareas sociales o laborales.
Poca retención del material que uno lee.
Pérdida o extravío de un objeto.
Menor capacidad para planificar y organizar.
Razonamiento conservado con material familiar.
Sin afectación en control conductual.
Disminución de orientación espacial a partir de los 70 años.
Disminuye la precisión en habilidades visuo-constructivas.
Déficit de atención selectiva.
 
4ª Etapa: Disminución cognitiva moderada (EA Leve, GDS 4). 
 
A través de la entrevista médica, se pueden apreciar los siguientes déficits:
Falta de memoria de acontecimientos recientes.
Dificultad para realizar cálculos mentales complejos.
Dificultad en razonamiento abstracto, pensamiento rígido.
Olvido de la historia personal.
Enlentecimiento motor.
Déficit en las relaciones sociales y laborales.
Mayor dificultad en realizar tareas complejas, como la planificación y el control de aspectos económicos.
 
5ª Etapa: Disminución cognitiva moderadamente severa (EA Moderada, GDS 5). 
 
Aparecen lagunas de memoria y déficit en la función cognitiva. Suelen necesitar supervisión de terceras personas y asistencia en las actividades de la vida diaria.
Dificultad para recordar datos personales o lugares de su entorno, aunque mantienen la memoria procedimental.
Desorientación espacio-temporal.
Dificultad en cálculos matemáticos sencillos.
Apraxia constructiva, ideomotora e ideatoria.
Alteraciones del lenguaje (fluencia, producción, perífrasis, circunloquios, repeticiones y empobrecimiento del contenido).
Por lo general, todavía no requieren ayuda para alimentarse o utilizar el baño.
 
6ª Etapa: Disminución cognitiva severa (EA Severa, GDS 6). 
Problemas de memoria agravados con cambios significativos de personalidad. Necesitando considerable ayuda en AVD.
Dificultad para recordar la historia personal.
Olvidar ocasionalmente el nombre de su pareja o de la principal persona que lo cuida, pero por lo general puede distinguir las caras conocidas de las desconocidas.
Apraxia del vestido.
Alteración en ciclos normales de vigilia-sueño.
Necesita ayuda de 3ª persona en AVD (WC).
Aparecen episodios de incontinencia urinaria o fecal.
Cambios significativos de personalidad y afectividad.
Tendencia al vagabundeo.
Perseverancias gestuales.
Ideas delirantes o alucinaciones.
 
7ª Etapa: Disminución cognitiva muy severa (EA Muy Severa, GDS 7). 
En la última etapa, los individuos pierden la capacidad de responder a su entorno, de hablar y, eventualmente de controlar sus movimientos. Pérdida total o parcial del lenguaje. Necesitan ayuda continua para el cuidado personal diario, incluyendo la comida.
Dificultad en comer y tragar.
Movimientos descoordinados y mioclonías.
Reflejos anormales.
No se reconocen a sí mismos.
Incontinencia fecal o urinaria.
Largos periodos de desconexión con el medio.
Aletargamiento.
Infecciones y neumonías.

  

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