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¿Quién pudiera ser pastor? Paseando en silencio por los verdes prados mientras saboreas una pieza de fruta libre de aditivos. Disfrutando de la naturaleza, entregado en cuerpo y alma al cuidado de tu rebaño. Por supuesto, se trata de una vida dura en la que no escasea el trabajo. Aunque seguro que, después de perder varias horas en un infernal atasco para fichar en una empresa gris con un jefe insoportable, la vida del pastor te parece mucho más atractiva de lo habitual.
Pero, ¡no te precipites! Antes de enviar a tu jefe a pastar (nunca mejor dicho), ¿por qué no comprobar cómo sería tu vida siendo pastor? Sin necesidad de mudarte, madrugar ni soportar el olor de las ovejas. En Lobo cada jugador intentará ser el propietario del mayor rebaño al finalizar la partida. Para conseguirlo te verás obligado a sabotear a tus contrincantes, huir de los lobos y pedir ayuda a los cazadores. Por si esto fuera poco, los jugadores desconocen la identidad de sus adversarios.
A pesar de su aspecto encantador (algunas ovejas se roban besos por encima de la valla), Lobo esconde una competición feroz que arrastrará incluso a los jugadores más pacíficos. Lobo gusta a grandes y pequeños y resulta ideal para disfrutarlo en familia. Aunque, si cae en las manos equivocadas, puede contribuir a algún que otro divorcio. No en vano, en el dorso de la caja puede leerse el testimonio de un jugador que declara: “Quien nunca ha jugado (a Lobo) no conoce realmente a sus amigos”.
Premio Juego del Año en Francia (2002)
Edad: a partir de 12 años
Jugadores: 2 a 4 jugadores
Tiempo: 30 minutos por partida