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La voz como huella biopsicosocial y cultural. (Parte I)

Cada persona tiene en su voz, unas cualidades determinadas, un color, una entonación y una acentuación, que le hacen ser particular y que le facilitan una identidad propia, fácil de reconocer en entornos próximos, incluso con los ojos cerrados.

“Quien de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz”.
 Leonardo Da Vinci.
 
 Cada persona tiene en su voz, unas cualidades determinadas, un color, una entonación y una acentuación, que le hacen ser particular y que le facilitan una identidad propia, fácil de reconocer en entornos próximos (familia, amigos…), incluso con los ojos cerrados.
 
 Sabemos quién nos está hablando, distinguimos si esa voz: es firme, si está sometida, si es una voz exclamativa o si nos acarician con la resonancia de unas palabras.
 
 Desde muy pequeños, las voces de nuestras madres, nos acurrucan, nos dan seguridad, nos potencian la comunicación y es nuestro soporte, para más adelante enfrentar nuestro recorrido en la vida.
 
 Son ellas, quienes dan luz a nuestros llantos y sonrisas, quienes nos dan su cálido tiempo y nos enseñan las primeras palabras y sobretodo, quienes nos narran historias, que enriquecen nuestro vocabulario, nuestra expresión y hacen que dinamicemos la comunicación.
 
 El cambio de la voz es un proceso evolutivo, que tiene su punto álgido en la pubertad y posteriormente en la vida adulta. Muchos son los elementos de carácter físicos, hormonales, psicológicos, sociales y emocionales, que hacen que la transición de la voz, se forme y tenga un cuerpo propio.
 
 Como si se tratase de un cambio de paisaje, la voz tiende a relacionarse con la emoción, con los momentos que estamos viviendo, ya sean éstos: momentos cumbres de felicidad, tristeza, arrogancia, inquietudes o emprendimientos.
 
 Ese paisaje va cambiando, como nuestras palpitaciones, nuestra intensidad en la respiración o nuestro dialogo con otros. Las cuerdas vocales son sin duda, el motor de ese circuito energético, que da origen a lo que comunicamos.
 
 Por lo expuesto, es muy importante favorecer la higiene y prevención vocal y estar atentos al abuso y exposición extrema de nuestra voz.
 
 La cafeína llevada al extremo, provoca la deshidratación.
 
 Las bebidas alcohólicas y con cafeína extraen agua del cuerpo y disminuyen las lubricación necesaria para las cuerdas vocales.
 
 La mejor lubricación puede lograrse tomando agua suficiente.
 
 Al menos se deben beber 1,5 litros diarios.
 
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