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El trastorno del déficit atencional, ante la diversidad. (Parte II)

Los niños hiperactivos poseen una conducta que está basada más que nada en tres aspectos claves: es desatento, tiene un nivel de actividad muy grande, y por último poseen éstos una falta de autocontrol excesiva.
Dos son los ejes principales sobre los que incide el déficit de atención e hiperactividad:
·El déficit de atención.
·El de hiperactividad e impulsividad.

En el mayor número de los casos se suelen presentar en estos niños de manera conjunta mezclándose las características de algunas de las anteriormente mencionadas. Esto nos lleva a una incoherencia que está fundamentada más que nada en el error de la denominación de Déficit de Atención por hiperactividad, incoherencia que se debe a que hasta hace relativamente pocos años, se consideraba que sólo existían niños que presentaban los dos síntomas.

Los niños hiperactivos poseen una conducta que está basada más que nada en tres aspectos claves: es desatento, tiene un nivel de actividad muy grande, y por último poseen éstos una falta de autocontrol excesiva.

Así, del primer aspecto podemos señalar que hay toda una serie de características, de esta forma, los alumnos desatentos se caracterizan en sus conductas como:

·No terminan las tareas que empiezan.
·Cometen muchos errores.
·No se centran en los juegos.
·Muchas veces parecen no escuchar cuando se le habla directamente.
·Tienen dificultades para organizarse.
·Evitan las tareas que requieran esfuerzo.
·Muy a menudo pierden cosas que necesita.
·Se distraen con cualquier cosa.
·Son descuidados en las actividades.

Podemos decir al respecto, que las tareas escolares requieren dos tipos de atención: la atención selectiva (seleccionar un estímulo entre otros), o atención continua (mantener la atención ante un mismo estímulo durante un tiempo prolongado). Teniendo en cuenta esto, el proceso que influye en que el niño no complete sus tareas bien podría ser el siguiente: si la tarea es lo suficientemente novedosa, el rendimiento inicial podría ser bueno deteriorándose a medida que la tarea se vuelve monótona. Mantener la atención en estas condiciones durante mucho tiempo requiere un esfuerzo grande que estos alumnos no son capaces de mantener o realizar, lo que les lleva a abandonar la tarea o trabajo.

La atención del niño hiperactivo suele ser muy dispersa y alterarse con cualquier estímulo. Podemos decir, no obstante que el niño hiperactivo no puede establecer de forma correcta un orden de prioridades entre los estímulos que se le presenten.

De esta forma, en el ámbito educativo, la situación que se dará en el mayor de los casos será aquella en la que el profesor observará como al poco rato de iniciar su atención en la tarea, levanta la vista al frente, se dispersa con los demás compañeros que van y vienen y se pone a conversar con el compañero cercano.

Respecto al apartado que concierne a la hiperactividad entendida como excesiva actividad motora que sobrepasa los límites de la normalidad para su edad y su nivel madurativo, y que se manifiesta normalmente por una necesidad de moverse continuamente y a esto va añadido un bajo nivel de autocontrol emocional y corporal.

Algunos de los ejes fundamentales en los que se basaría, o clasificaría de forma general esta hiperactividad serían:

·Movimientos constantes de pies y manos.
·Se levanta constantemente.
·Corretea por todos lados.
·Le cuesta jugar a actividades tranquilas.
·Está activado como si tuviera un motor.
·Habla en exceso.

En muchos casos, sobre todo en niños a partir de los 9 años, la hiperactividad motriz en el aula ya no se manifiesta con carreras, subirse a las mesas o levantarse constantemente del asiento, sino que estas actitudes son sustituidas por excusas constantes para ponerse de pie, preguntarle una cosa a un compañero, ir a buscar algo al bulto, o hacerle punta al lápiz. Así, podemos decir, que mientras duran los primeros años sobre todo en los tres primeros años de escolaridad los niños aprenden a sujetarse en sus asientos descargándose a través de una infinidad de movimientos más finos como: rascarse la cara, estirarse el labio, cambiar constantemente de mano para apoyar la cabeza, juguetear con la goma y lápiz, estirarse la ropa, rascarse el ojo, sentarse sobre uno u otro pie, o volverse a hablar con el de al lado.

En las niñas, que podemos decir que poseen una hiperactividad motriz que aunque parezca exagerada respecto a su sexo y edad, siempre es más ligera que la de los niños, es más frecuente este movimiento más fino y constante. En muchas ocasiones la hiperactividad motriz pasa desapercibida a la sombra de los varones de apariencia mucho más descontrolados.
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