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La prevención, detección y atención temprana de los errores de refracción pueden hacer la diferencia en el acceso a la información escrita y evitar que especialmente los niños sean etiquetados con un diagnóstico que no les corresponde, como bien podría ser una dificultad en el aprendizaje o una discapacidad visual.
El logro de los aprendizajes depende de un número plural de factores externos al sujeto que aprende, así como del empleo de habilidades y funciones que el ser humano utiliza para acceder a la información.
Una de las funciones más utilizadas en los primeros años de vida del niño para aprender es la función visual.
Muchos niños pueden presentar dificultades en esta función que no necesariamente los coloca como población con discapacidad visual, pero pueden convertirse en una barrera para el aprendizaje si no son detectados de manera temprana y se atienden por los especialistas en la materia.
Entre los principales problemas se pueden mencionar los errores de refracción, ambliopía, inmadurez en la fijación y seguimiento visual y problemas cromáticos, entre otros.
Por ser la mayoría estadísticamente hablando, ahondaremos los problemas o errores de refracción visual.
Los errores de refracción son aquellos derivados de la incapacidad que tienen los ojos en enviar los rayos de luz directamente en la retina, en otras palabras, los rayos impactarán en dicho tejido fotorreceptor provocando visión borrosa. Las causas de estos errores suelen ser provocados por una forma inusual del globo ocular o de la córnea.
Las manifestaciones de los errores de refracción en la visión funcional dependerán del lugar donde impacten los rayos de luz. Si los rayos de luz impactan antes de la retina la persona tendrá miopía, verá borroso los estímulos distantes, pero verá nítidos los que tenga cerca. Si los rayos de luz impactan después de la retina la persona tendrá hipermetropía y el efecto será en contrario a la miopía, verá borroso los estímulos cercanos y nítidos los distantes.
Otro de los errores de refracción es el astigmatismo, el cual provoca visión borrosa o distorsionada al observar estímulos cercanos como lejanos. Esto se debe a una forma inusual de la córnea o del cristalino.
Existe otra condición llamada presbicia, que provoca visión borrosa pero no es en sí un error de refracción sino un problema relacionado con el envejecimiento del cristalino, el cual va perdiendo su flexibilidad y velocidad al acomodar los rayos de luz en la retina.
Estos errores van en aumento según las estadísticas. Se estima que para el 2025 en Latinoamérica aproximadamente el 90% de la población de los niños y jóvenes que realiza actividades de visión cercana tendrán algún tipo de error de refracción como hipermetropía y/o astigmatismo, de estos el 70% desarrollará miopía (Camacho, 2021)
La prevención, detección y atención temprana de los errores de refracción pueden hacer la diferencia en el acceso a la información escrita y evitar que especialmente los niños sean etiquetados con un diagnóstico que no les corresponde, como bien podría ser una dificultad en el aprendizaje o una discapacidad visual.
Señales de posibles errores visuales de refracción que deben alertar a padres y educadores:
Otras recomendaciones que vale la pena que los padres y docentes contemplen para la prevención y detección temprana de los errores de fracción son:
Recordemos que para aprender debemos ver bien. Una visita al oftalmólogo por lo menos una vez al año, aunque no existan síntomas también podrá ayudarnos a prevenir no solo los errores visuales de refracción sino también otros problemas asintomáticos más serios.