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Hay niños que se aburren muy rápido y cambian de una actividad a otra sin mesura. Y esto se proyecta a la escuela, se les dificulta centrarse en una acción a la vez o terminar su trabajo con calidad. Por ello es importante que los ayudemos a ampliar sus periodos de atención y concentración
En el artículo anterior se comentaba la importancia de hacer esperar a nuestros niños para desarrollar en ellos un pensamiento más analítico, la tolerancia, la paciencia y con ello aprender a tomar mejores decisiones.
¿Pero cómo lo hacemos?
Manejo de recompensas.
Cuando se están educando hábitos, sobre todo en niños pequeños, esta es una manera concreta de mostrar logros y motivar a continuar con la conducta esperada. No se trata de premiar cada vez que hacen algo y acostumbrarlos a que si no reciben una recompensa no se hace lo que se espera; por el contrario, las recompensas deben ser elogios, abrazos, porras, comentarios positivos. Por ejemplo, podemos decir: “Qué bien esperaste a que terminara de lavar los trastes” o “Te felicito por ser paciente y esperar tu turno”. También puede ser un postre, un momento más de juego, la lectura de un cuento juntos, etc.
Retardar la gratificación.
Hay padres que acostumbran comprar juguetes solo porque los niños lo piden. Los premios no deben ser una obligación, sino un gusto o debe haber un motivo (un cumpleaños, un día festivo, una celebración). Dentro de las actividades rutinarias, es importante hacerlos esperar antes de darles lo que piden, como responder preguntas, servir agua, entregar un objeto, todo ello puede esperar, sobre todo cuando los padres están ocupados, y los niños deben entenderlo así.
Ampliar periodos de juego.
Hay niños que se aburren muy rápido y cambian de una actividad a otra sin mesura. Y esto se proyecta a la escuela, se les dificulta centrarse en una acción a la vez o terminar su trabajo con calidad. Por ello es importante que los ayudemos a ampliar sus periodos de atención y concentración pidiendo cada vez más tiempo en la misma actividad, ya sea un juego, una práctica, un deporte. Anticipe las normas y ayúdelos a cumplirlas. Los niños más grandes en edad preescolar pueden concentrarse en actividades de 20 a 30 minutos. En edad escolar, de 40 a 60 minutos.
Establecer horarios.
Las rutinas los ayudan a estructurarse y a saber lo que se espera de ellos. Póngase de acuerdo con sus hijos y establezcan la hora o el momento en el que se realizarán las actividades de rutina, como el momento para comer, para hacer la tarea, para bañarse, para irse a dormir; y lo más importante, cúmplalo para que se vuelva un hábito y deje de ser un problema.
Hacer yoga.
Al adoptar posturas y mantenerlas, estaremos trabajando la espera. A los niños muy inquietos les cuesta trabajo esto, pero es importante motivarlos para que se mantengan firmes 10 segundos y con ello lograr controlar el cuerpo para desarrollar la concentración que buscamos. En internet hay una gran variedad de aplicaciones con posturas de animales que pueden llamar su atención.
Al trabajar estas sugerencias es muy probable que logremos que nuestros niños aprendan a esperar turnos, se concentren con mayor facilidad, que busquen soluciones para resolver con gentileza, les será más fácil establecer relaciones sanas con sus compañeros, podrán escuchar y aceptar explicaciones, controlarán el cuerpo y se incrementará su interés en las actividades que realicen.