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Un regreso a clases inminente: haciendo visibles las emociones

En las actuales circunstancias creadas por el Coronavirus (COVID-19), la gran responsabilidad de manejar los comportamientos en el hogar recae en los padres, especialmente en la madre o cuidador/a. Las emociones que nos han embargado en este tiempo son fuertes, variadas, anómalas, nada placenteras, en este aspecto, algunos estudios en cuanto a inteligencia emocional, como el de Schartz y Pines (2020) nos señalan que, tener cierto nivel de miedo y angustia por el contagio es adaptativo, nos ayuda a estar atentos.

Lili Ortega López | 1/10/2020

Cuando presenciamos por los noticieros que en otros lugares del orbe poco a poco regresa la comunidad educativa a las aulas, comienzan también, nuestras dudas y temores, como profesionales y miembros de familias, pero especialmente pensamos en los padres y cuidadores de niños/as y jóvenes con discapacidades del neurodesarrollo, según el DSM-5 estas son discapacidades intelectuales, trastornos de la comunicación, trastornos del espectro autista, TDAH, trastornos específicos del aprendizaje, trastornos motores. ¿Por qué ellos?, porque los síntomas comunes en situación de estrés son el nerviosismo, conductas disruptivas, falta de atención, frustración fácil, entre otros. Las reacciones frente a una situación puntual son variables, algunos disfrutan de estar tranquilos en sus casas, sin presiones sociales. Pero también hay personas que se alteran, aumentan su grado de inquietud, son más dependientes de los adultos, están asustados, enojados, con problemas en la alimentación y el ciclo vigilia - sueño.

En las actuales circunstancias creadas por el Coronavirus (COVID-19), la gran responsabilidad de manejar estos comportamientos en el hogar recae en los padres, especialmente en la madre o cuidador/a. Las emociones que nos han embargado es este tiempo son fuertes, variadas, anómalas, nada placenteras, en este aspecto, algunos estudios en cuanto a inteligencia emocional, como el de Schartz y Pines (2020) nos señalan que, tener cierto nivel de miedo y angustia por el contagio es adaptativo, nos ayuda a estar atentos, en estado de alerta y a tender a la protección de los nuestros, pero este miedo no puede limitar nuestra vida, debemos hacer consciente que esto que vivimos no durará para siempre y, así como nos hemos adaptado al confinamiento, tendremos que adaptarnos a retomar el trabajo fuera de casa… y volver a las aulas.

Al reconocer que existen emociones negativas provocadas por el estrés de vivir en situación de pandemia, también debemos considerar situaciones que nos provoquen estados tranquilizadores, así las transferiremos a quienes conviven con nosotros, nos enfocaremos en lo que sí podemos cambiar, aprendiendo a cómo actuar ante la incertidumbre para no dejarnos llevar por el pánico y angustia, debemos aprender a nombrar y controlar nuestras emociones, expresar y manejar los sentimientos, pero sobretodo, practicar la empatía, tener en cuenta que los demás pueden tomar esta situación de manera diferente y esto nos ayudará a conectarnos mejor entre nosotros, seamos familia, amigos, vecinos o compañeros de trabajo, cada persona maneja el estrés de manera distinta, tratar de entender al otro a través de la empatía, puede ayudarnos a manejar de mejor manera la situación, reconocer nuestra realidad y hacer balance de lo que somos, nuestros recursos y herramientas personales. Por ello, comprender lo que los padres de familia de personas en situación de discapacidad sienten, viven, en cuanto a la atención de sus hijos/as, requiere del apoyo de todos/as, ponernos en el lugar de ellos, enfrentar lo que viven a diario, si realizamos este ejercicio tendremos un impacto positivo en nuestro desarrollo socioemocional como comunidad.

Ahora bien, pensando en este escenario inminente de regreso a clases, reconociendo nuestros temores y emociones negativas, sabiendo que la capacidad de empatía y resiliencia harán que tomemos buenas decisiones y enfrentemos juntos desafíos inesperados. Mientras tanto, debemos prepararnos para este regreso a clases, ¿cómo?, con ciertas claves entregadas por la UNESCO a través de su “Guía para padres de niños y niñas con discapacidad’, acciones que ya se están realizando en la intimidad de los hogares, sólo que deben ser fortalecidas insistente y persistentemente para que tengan consistencia en el aprendizaje de nuestros niños/as y jóvenes en situación de discapacidad, por ejemplo:

  • Vigilar que se cumplan los patrones de sueño y establecer y mantener una rutina.

  • Sabiendo que tienen dificultades para seguir instrucciones y aprender de las experiencias, puede que a través de consignas precisas realicen la tarea, éstas deben repetirse varias veces, pero en pequeños pasos y si es necesario con apoyos físicos (modelamiento), organizadores visuales y claves auditivas.

  • Otorgarle pequeñas y medianas tareas a realizar, dependiendo de su autonomía, con esto les estaremos ayudando en su autoconfianza e instaurando un patrón cognitivo de cómo realizar la actividad.

  • En la rutina podemos instaurar nuevas habilidades, cómo la constante higienización de las manos, lavándolas con agua y jabón.

  • Enseñarles el hábito básico de cubrirse la nariz y la boca con un pañuelo de papel o antebrazo.

  • Proteger el sistema inmunológico para evitar infecciones, es decir, tener un cuidado extra para mantener sus cuerpos limpios.

  • Inculcar hábitos alimenticios saludables para asegurar que obtengan vitaminas, minerales y proteínas adecuadas para su crecimiento y sustento.

  • Realizar ejercicio para evitar desde la vida sedentaria la pérdida de habilidades pre-adquiridas, como la marcha espontánea y controlada.

  • Controlar el uso de los teléfonos celulares o computadores, especialmente por la noche. Porque para preparar la rutina de regreso a los horarios escolares, los niños/as deben ser despertados a la hora habitual como en los días de clases.

  • No interrumpir el tratamiento de los medicamentos sin el consejo del médico, si es que está con tratamiento farmacéutico.

 

Las probabilidades de tener estados depresivos, estar irritables y ansiosos por la vuelta a clases, son altas para los niños/as y jóvenes con trastornos del neurodesarrollo, más aún en tiempos de incertidumbre para la familia cuidadora… Por eso, debemos tener paciencia con nosotros/as mismos/as y desarrollar estas características humanas de Empatía y Resiliencia.
Visibilizar nuestras emociones, reconocerlas, expresarlas y salir adelante pese a todo.

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