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Algunas pruebas para evaluar el lenguaje. (Parte II)

El análisis de los síntomas afásicos ha dado lugar a un consenso general acerca de los déficit en componentes que se pueden identificar.

Ramiro Campos | 1/01/2010
Por otra parte, existen algunos trastornos que pueden ser confundidos con la afasia, y que en algunos casos acompañan a ésta. Sin embargo, estos trastornos de comunicación tienen una etiología diferente en la medida en que pueden deberse a una parálisis, por debilidad, a una incoordinación de la musculatura implicada en el habla o a un deterioro cognitivo. Entre estas alteraciones se encuentran:
 
a. Apraxia, que consiste en un deterioro para realizar movimientos con una finalidad. En ocasiones, los pacientes con afasia severa pueden tener una limitación a la hora de explicarse mediante gestos, excepto para la expresión de las emociones. En este sentido, no pueden llevar a cabo movimientos o gestos expresivos tales como decir adiós con la mano, el gesto de saludar, de beber o de lavarse los dientes. Por apraxia facial se conoce a la incapacidad para realizar movimientos no hablados, como el gesto de toser o de soplar. A veces puede incluso llevar a una incapacidad para manipular objetos reales. Mientras que apraxia del habla es el término utilizado para referirse a un deterioro en la producción voluntaria de la articulación y la prosodia (ritmo y melodía) del habla. Los pacientes cometen errores altamente inconsistentes.
 
b. Disartria, se refiere a un grupo de trastornos del habla como consecuencia de la debilidad, enlentecimiento o incoordinación del mecanismo del habla debido a un daño en el sistema nervioso. Puede implicar trastornos de algunos o todos los procesos básicos del habla como la respiración, fonación, resonancia, articulación y prosodia. Se trata pues de un trastorno de la producción del habla y no del lenguaje. El acceso al vocabulario y la gramática están preservados. A diferencia de la apraxia del habla, los errores cometidos son altamente consistentes.
 
c. En la demencia, en general, se produce un deterioro de memoria, intelectual, y de personalidad como resultado de un daño cerebral o trastorno. Algunas formas de demencia son progresivas como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Picks o algunas formas de la enfermedad de Parkinson. Aunque hay problemas de lenguaje, normalmente están enmascarados por la pérdida intelectual más amplia.
 
 
2.         Baterías para la evaluación del lenguaje
 
2.1.       Test de Boston para el diagnóstico de la Afasia (Goodglass y Kaplan, 1996)
Esta batería pretende alcanzar tres objetivos: 1) Diagnosticar la presencia y el tipo de síndrome afásico, dando lugar a inferencias respecto a la localización cerebral; 2) Evaluar el nivel de rendimiento a través de un amplio rango de tareas, tanto para la determinación inicial como para detectar cualquier cambio en el tiempo; 3) Realizar una evaluación global de las dificultades y posibilidades del paciente en todas las áreas del lenguaje, para diseñar un tratamiento apropiado.
 
El primer objetivo se logra mediante la exploración del habla seriada, la repetición, la producción de palabras y la comprensión de palabras en categorías semánticas específicas, tales como objetos, acciones, partes del cuerpo, colores, letras y números. Igualmente, las escalas de evaluación y clasificación de los errores resultan de gran utilidad para el diagnóstico, ya que hacen referencia a características tales como la entonación, la fluidez, la anomia, la organización sintáctica y las diversas formas de parafasias, que difícilmente se pueden reducir a términos de correcto-incorrecto. Para alcanzar el segundo objetivo los tests de esta batería incluyen ciertos requisitos que son: 1) un amplio rango de dificultad; 2) una extensión adecuada de los subtests con vistas a la fiabilidad y a la discriminación del cambio, y 3) la estandarización para proporcionar un punto de referencia externo de los grados de severidad en cada área explorada Finalmente, el estudio de las posibilidades y dificultades del paciente se efectúa comparando la efectividad de las diversas formas para desencadenar el habla, comprensión, escritura y lectura.
 
El análisis de los síntomas afásicos ha dado lugar a un consenso general acerca de los déficit en componentes que se pueden identificar. Por ejemplo, podemos encontrar trastornos selectivos extremos en la compresión auditiva, la denominación de objetos, la articulación, la lectura o la repetición. Además, también existe un cierto acuerdo a la hora de agrupar estos componentes en diversas áreas deficitarias:
 
1.            Articulación. Los pacientes con trastornos articulatorios muy graves son incapaces de producir voluntariamente sonidos simples, ni siquiera por imitación, y si lo consiguen con mucho esfuerzo casi siempre es la misma palabra o la misma sílaba sin sentido que repiten de manera recurrente. En una forma más leve, la imitación puede ayudar al paciente, si bien la articulación le resulta laboriosa y con distorsiones de los sonidos más difíciles. No obstante, el afásico manifiesta con frecuencia una articulación perfectamente normal durante las secuencias automatizadas, en la repetición o en la exclamación.

 

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