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Ideas para la elaboración de un programa de estimulación lingüística desde el enfoque comunicativo. (Parte I)

Este trabajo presenta una reflexión acerca del proceso de cambio que han experimentado los programas de estimulación lingüística durante las últimas décadas. Se analiza como de un modelo clínico-remedial, centrado en la intervención de los llamados trastornos del habla y del lenguaje, estos programas se han orientado muy recientemente, hacia el enfoque comunicativo (Serrón, 2000), proponiéndose un modelo de intervención de tipo pedagógico-ecológico (Valles, 2000), dirigido a potenciar y facilitar el desarrollo del lenguaje, en una perspectiva integral. Se plantean ideas para concebir programas de estimulación lingüística, desde el enfoque comunicativo, dirigidos fundamentalmente a la población en edad preescolar y se expone la experiencia.
Introducción:

La idea de “estimular” el desarrollo lingüístico surge en la década de los sesenta con los trabajos pioneros en la psicolingüística de investigadores con diferentes tendencias teóricas, (Bloom, 1973; Brow, 1973; Crystal, 1980), pero con una idea en común: proporcionar una guía o modelo para favorecer y potenciar el desarrollo lingüístico en niños en condiciones de riesgo biológico o social. De esta manera, muchos de estos programas fueron puestos en marcha en el contexto de la educación especial, y estuvieron dirigidos a niños sordos, o con síndrome de Down o con parálisis cerebral, entre otras alteraciones.

Cuando se habla de estimulación del lenguaje, es necesario abordar el concepto de atención integral temprana (AIT), el cual se refiere a: “un conjunto de acciones encaminadas a prevenir los probables déficits en el desarrollo de niños con riesgo de padecerlos, tanto por causas orgánicas como por causas psicológicas o sociales” (Conceptualización y Políticas de la Educación Especial del Ministerio de Educación, 1998, p.539). Estas acciones son desarrolladas por un quipo interdisciplinario y están dirigidas al niño, a su familia y a su medio social. Partiendo de lo anterior, la estimulación lingüística es parte de las acciones de la atención integral temprana.

Los programas de estimulación lingüística han presentado una marcada evolución en las dos últimas décadas, evolución propiciada por nuevas propuestas teóricas en la psicolingüística, la neuropsicología y la lingüística aplicada. De allí que de propuestas enmarcadas casi exclusivamente en la pedagogía especial, se haya trasladado esta acción a otros contextos, como por ejemplo al del nivel preescolar. Sobre esta evolución ampliaremos la información a continuación.

Evolución de los programas de estimulación lingüística:

Como ya se dijo anteriormente, la estimulación lingüística fue concebida originalmente en la década de los sesenta, como un recurso remedial, frente al problema que representa el desarrollo del lenguaje para la población con trastornos del desarrollo o con condiciones de vida limitante, como pobreza, escasa atención afectiva, o la imposibilidad por parte de la población, de ingresar al nivel de preescolar. La influencia del modelo clínico imperante, propició un trabajo bajo el esquema de atención médica, pues los equipos involucrados desarrollaban su acción en espacios diseñados y estructurados en clínicas u hospitales.

Bajo este marco de acción, los especialistas encargados de la evaluación y atención del lenguaje: terapistas del lenguaje, médicos foniatras y psicólogos, asumían el lenguaje desde una perspectiva conductual y estructural, planteándose como principal tarea el diagnóstico de los llamados trastornos del lenguaje y del habla. Para ello, se utilizaban pruebas psicométricas, elaboradas para medir el nivel de desarrollo lingüístico del sujeto evaluado, en sus diferentes componentes: fonológico, sintáctico, morfológico y semántico. Cabe destacar que para este momento el énfasis del equipo estaba puesto en la evaluación de la “calidad idiomática” (Páez Urdaneta, 1996), y no en la eficiencia comunicativa, interesaba trabajar sobre la forma de la lengua, más que sobre el uso social de la misma.

Los avances en la lingüística y en la psicolingüística y el impulso adquirido por los modelos ecológicos en la AIT, hicieron posible el desarrollo de programas de estimulación lingüística diferentes, dirigidos fundamentalmente a potenciar el desarrollo humano como un todo y no desde parcelas muy delimitadas. De allí, que a lo largo de la década de los 70 y de los 80, estos programas pasaron de un esquema exclusivamente clínico a uno más pedagógico y centrado en facilitar el desarrollo del lenguaje y no en realizar el diagnóstico de las alteraciones o trastornos del mismo.

Ejemplo de lo anterior, es la Guía Práctica del Preescolar del Ministerio de Educación (1994), programa que incluye el trabajo de estimulación lingüística, y que plantea la necesidad de conversar con el niño para que aprenda de esa interacción, insistiendo además en la necesidad de evaluar la capacidad del niño para manifestar sentimientos, para comunicar necesidades y opiniones. Los programas de estimulación del lenguaje dirigidos a niños con necesidades educativas especiales, presentaron también esta evolución, por lo que se insistía mucho en trabajar la motivación para la comunicación con el entorno y el respeto por las variables sociolingüísticas, como base para un adecuado desarrollo lingüístico.
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