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Porque nadie nos enseña a ser papás. Marcar límites

Los niños deben entender que en todos lados hay normas, reglas que se deben respetar por seguridad. Al enseñarles lo que se vale y no, de dónde a dónde está permitido, se sentirán contenidos y seguros.

¿Te ha pasado que al intentar usar un aparato electrodoméstico no entiendes cómo hacerlo porque no leíste las instrucciones? ¿O te invitan a jugar y todos saben qué hacer menos tú? Te invito a que por un momento ubiques esa sensación e identifiques la emoción que te genera: ¿estrés?, ¿ansiedad?, ¿nervios?, ¿enojo? Esto es importante porque es la misma sensación que experimenta tu hijo o tu alumno cuando las normas no son claras y no sabe lo que se espera de él.

Para evitarlo están los límites. Éstos son la contención que damos a nuestros niños. Cuando un bebé nace, al recibir tanta información desconocida de luz, temperatura, pasar de un medio acuoso a otro aéreo, sonidos, vacío; se siente abrumado y desprotegido. Pero cuando la enfermera lo envuelve y lo aprieta en la cojita haciéndolo “taquito”, se calma y recupera la seguridad que sentía al estar apretado en el vientre de su madre.

Cuando crecen ya no los apretamos en la cobijita, sino que les marcamos normas; esta es la manera en que los contenemos.

Los niños deben entender que en todos lados hay normas, reglas que se deben respetar por seguridad. Así, por ejemplo, no debemos pasarnos el alto al ir conduciendo porque corremos peligro ante la posibilidad de un accidente. En la misma forma ellos deben respetar los límites. Al enseñarles lo que se vale y no, de dónde a dónde está permitido, se sentirán contenidos y seguros.

Pero ¿por qué nos cuesta trabajo poner límites?

  1. Hay padres que piensan que si limitan a su hijo, éste va a crecer frustrado.

    Evitan postergar el placer y con tal de que no sufra le dan lo que pide. El niño hace lo que quiere y los padres, con tal de que no sufra le permiten todo.

  2. Confunden quién es la autoridad en casa.

    Al hacer todo lo que el niño dice, sin querer van educando a un pequeño tirano. Es común ver que si no se cumple su voluntad, se enoja y hace berrinches.

  3. Educan con culpa.

    Cuando los padres trabajan y solo conviven con el niño un rato por la noche, prefieren evitar discusiones cediendo a caprichos y evitando a toda costa cualquier tipo de enfado o disgusto.

  4. Sobreprotegen.

    A veces pasa que ven al niño frágil, pequeño, desvalido. Hacen todo por él y le evitan sin querer momentos valiosos de aprendizaje. No se atreven a marcar límites, a decir “no”.

  5. Temen perder su cariño.

    No se dan cuenta que eso no va a suceder porque el niño depende de sus padres para sobrevivir. A veces tienen miedo de dejar de ser amigos y llevar una buena relación, prefieren ceder antes que marcar límites.

  6. No tienen interés.

    Lo dejan hacer lo que quiere porque es más fácil o porque están ocupados, o para evitarse la molestia de moverse de su zona de confort.

Si te identificas con alguno de estos puntos, es importante que empieces a marcar límites claros y firmes. Esto no quiere decir que el niño solo podrá obedecer y hacer lo que los padres digan sin opinar o tomar decisiones. La idea es que entienda que por seguridad, por la formación de su personalidad, por respeto a otros, debe cooperar, ceder, ser paciente, tolerante y respetar las normas. En el siguiente artículo te explico cómo.

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