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El término erróneo de sordomudo

Las personas sordas, pese a estar desprovistas del sentido auditivo, tienen la oportunidad de poder comunicarse libremente sin ningún tipo de restricción. Para eso, el trabajo de la Terapia Auditivo-Verbal es ayudarlas a desarrollar ampliamente su lenguaje hablado.

Es muy común escuchar a alguien señalar a una persona sorda y decir: “Mira, es un sordomudo”. Se asume y se acuña ese término relacionado con cierta persona sorda, sin considerar verdaderamente lo que implica el significado de ese término. Existe una idea preconcebida con respecto a las personas sordas y no se ha contemplado la posibilidad de corregirla. Se asume la idea de que la persona sorda no tiene la capacidad de hablar debido a su sordera, lo cual es errónea. La persona sorda si tiene las facultades para hablar. Es cierto que, para poder hablar, se necesita aprender a escuchar con la ayuda de unos aparatos auditivos o, en el mejor caso, un implante coclear.

Esta es una de las razones por la que la persona sorda sin una rehabilitación auditiva adecuada no puede hablar y posteriormente es catalogada como “sordomuda”. De ahí viene esa idea preconcebida sin investigar apropiadamente la situación de esas determinadas personas.

Además, está el hecho de que la mayoría de las personas sordas utilizan el lenguaje de señas (LS) sin emplear el lenguaje hablado, es decir, sin la comunicación oral, por lo que se ha dibujado un concepto poco preciso sobre las personas sordas, su comunidad y su cultura.

Dentro de la cultura sorda hay una amplia diversidad de personalidades, mentalidades y perspectivas distintas. Algunos sordos prefieren comunicarse por medio del lenguaje de señas porque es su sello de identificación sin perder la esencia de la comunidad sorda; mientras que otros prefieren usar aparatos auditivos o implante coclear para poder oír y comunicarse verbalmente.

Algunos otros prefieren utilizar ambos tipos de comunicación: el de lenguaje de señas y el del lenguaje hablado, manejándolos con una maestría sorprendente, mientras que a la vez pertenecen a ambos mundos: el de oyentes y el de sordos, sin perder ninguna de esas identificaciones que los caracterizan. A eso se le nombra como bilingüe. El lenguaje de señas también es un idioma.

Hay un mundo interesante que alberga dentro de la comunidad sorda que vale la pena conocer en toda su plenitud.

Ahora bien, según la Real Academia Española, la definición de "mudez" se refiere a la imposibilidad física de hablar, lo cual es muy distinta a una persona sorda que no tiene posibilidades de poder escuchar, pero si tiene posibilidad de emitir y emplear sonidos desde el fondo de las cuerdas vocales, puesto que están en excelentes condiciones físicas.

Las personas sordas, pese a estar desprovistas del sentido auditivo, tienen la oportunidad de poder comunicarse libremente sin ningún tipo de restricción. Para eso, el trabajo de la Terapia Auditivo-Verbal es ayudarlas a desarrollar ampliamente su lenguaje hablado. Para abordar la facultad innata -que existe en el ser humano- de hablar verbalmente, se necesita estimular la audición. En resumidas cuentas, para aprender a hablar, se tiene que aprender a oír, porque el oído tiene la capacidad de analizar los eventos acústicos, identificándolos y discriminándolos.

El oído es la puerta y el punto de partida de la comunicación lingüística oral. Sin embargo, muchas de las personas sordas no tienen recursos suficientes para poder acceder a una rehabilitación auditiva, así como al uso de los aparatos auditivos o el implante coclear porque son muy costosos. Y lamentablemente, se quedan sin la posibilidad de poder oír y hablar, teniendo que emplear el único medio -el lenguaje de señas- que les permite conectarse con el mundo exterior. No es que el lenguaje de señas sea un medio de comunicación malo. Es patrimonio lingüístico que no solo es parte de la comunidad sorda, sino también de la humanidad.

Las personas sordas deben tener la oportunidad de ampliar su horizonte de opciones. Es decir, que no solo vean el lenguaje de señas como única opción viable, sino que consideren otras opciones distintas a explorar ya que tienen los mismos derechos humanos que el resto a la libre expresión de comunicación, así como también al acceso de educación auditiva verbal y los recursos disponibles como los aparatos auditivos o el implante coclear.

En fin, esa es la razón por la que la sociedad ve a tales personas como “sordomudas”, “Sorda”, “hipoacúsica” o “persona con deficiencias auditivas”, son el término más adecuado y amable para catalogarlas.

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