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Pues bien, mientras no se trabaje con una EF basada en principios como la “libre iniciativa”, “libertad creadora”, “valor”, “amor”, “cómo pensar”, “saber escuchar”, “generosidad”, “compasión”, “sabiduría”, “comprensión”, “sencillez”, “paz”, “veracidad”, “ inteligencia”, “ vocación ”, etc. no podremos tener adultos equilibrados y sin ansiedades .
Cuando abrazamos la “pedagogía” los contenidos formativos se enmarcan en pensamientos pedagógicos de tantos pensadores, entre filósofos y psicólogos, que formaron nuestro “espíritu docente”. Recuerdo a Pestalossi, F. Froebel, Maslow, C. Roger, Comenio, Piaget., Luria, Letelier, A. Bello, L. Luzuriaga, entre otros. Hablaron o escribieron, desde su propia perspectiva, en un lenguaje especializado como “didáctica”, “enfoque”, método” y “técnica” útiles para el trabajo del aula y también para orientar el desempeño docente. Sin embargo, parece que en estos tiempos es urgente escarbar un poco en ciertas corrientes metafísicas del pensamiento pedagógico para extraer de allí la “esencia” de lo que es “educar”, “enseñar” y hacer “pedagogía”. Mas cuando las ideologías políticas tratan de ser “luces”, pero que se apagan de una administración a otra.
Más allá de la “racionalidad del pensamiento pedagógico” en el que hemos sido formados, recuerdo los Brown Bags Seminars (Beca Fulbright, 1988, NDSU, Fargo) un relator decía “jamás me cansaré de enfatizar que los sistemas educativos de estos tiempos solo sirven para adulterar los auténticos valores del Ser”. Una de las grandes preocupaciones en el mundo actual es la considerable tasa de tendencias suicidas que pueden aflorar en la pre-adolescencia y adolescencia, que no le ponemos atención. Las estadísticas no sirven de mucho decía el expositor. En Alemania es conocido como “schulangst” o “ansiedad escolar aguda”. Las presiones y tensiones que produce la escuela son responsables de una de las más graves situaciones que afrontan los jóvenes actuales. El resultado de un sistema escolar altamente competitivo en la mayoría de los países del mundo, mezclado con un alto desempleo en una sociedad que venera títulos y grados académicos como contraseña de status. Aunque parezca extemporáneo, el DR. Karl Stritt (1905- 1961) de Hausen, Wiesental, Alemania, profesor de Ciencia Educativa, planteó entonces que los menores de 16 años eran proclives a sufrir problemas crónicos (“mojar la cama”, dolores de cabeza, úlceras, caída del cabello) a causa de la tensión escolar.
Pues bien, mientras no se trabaje con una EF basada en principios como la “libre iniciativa”, “libertad creadora”, “valor”, “amor”, “cómo pensar”, “saber escuchar”, “generosidad”, “compasión”, “sabiduría”, “comprensión”, “sencillez”, “paz”, “veracidad”, “ inteligencia”, “ vocación ”, etc. no podremos tener adultos equilibrados y sin ansiedades . El verdadero objetivo de la EF es acabar con el miedo hacia un “despertar de la conciencia”. ¿De qué nos sirve aprobar exámenes, si en la vida profesional seguimos siendo inseguros? La EF es, por lo tanto, la ciencia del “despertar de la conciencia” que nos permite descubrir nuestra relación con los demás, con la naturaleza y con la realidad. Stritt nos legó “de las instituciones educativas deben salir profesionales con madurez, conscientes de la verdad, y, no “piezas automáticas de una maquinaria social”.