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El trabajo educativo en la formación del joven universitario. (Parte III)

Desarrollar un trabajo educativo que potencie la formación profesional- personal y social del joven universitario, requiere atender de manera particular las características de la juventud como etapa del desarrollo de manera que se desarrollen actividades personalizadas y grupales en correspondencia con las necesidades e intereses de los jóvenes.

Es preciso tener presente que en esta etapa de desarrollo se alcanza una madurez superior, tanto biológica, física, como psicológica, el joven comienza a tornarse mucho más independiente y autónomo, se consolidan los intereses profesionales  que pueden convertirse en intenciones.

Podemos aseverar que este es un periodo especialmente importante en el proceso de formación de la concepción del mundo, lográndose el nivel superior de integración de los procesos cognitivos y afectivos, constituyendo la base para la elaboración del sentido de la vida, lo cual significa, sentido de la propia existencia del sujeto, camino y estrategia a seguir, para encontrar el lugar al que aspira alcanzar en la sociedad.

Un aspecto fundamental de la concepción del mundo, lo constituye sus componentes morales o concepción moral del mundo que puede ser entendida como un sistema de normas y valores morales, que permite la regulación interna del comportamiento.

Incursionar en las características de  la juventud como edad psicológica, requiere prestar especial atención al surgimiento de los valores, resultado de las condiciones de educación  en la que ha transcurrido la vida del sujeto, por lo que en el proceso de formación profesional, constituye un aspecto esencial para que el joven  asuma una actitud correcta y acertada frente a las exigencias que la vida y la sociedad, que le permitan comprometerse con su transformación.

En esta etapa de la vida, la nueva Situación Social del Desarrollo le presenta un conjunto de exigencias, entre las que se destacan la creciente necesidad que tiene para el joven determinar su futuro lugar en la sociedad, y sobre esta base, trazar las estrategias que posibiliten la consecución de sus aspiraciones.

…La juventud es la etapa de la vida donde la dimensión futura alcanza por  primera  vez un poder regulador significativo. En  ese período la Situación Social del Desarrollo (SSD) hace más factible la estructuración del  proyecto  de  vida.  Si  utilizamos esta categoría, definida por S.L. Vigotsky, podemos comprender que la juventud es una etapa de definiciones, por eso los proyectos de vida que se venían conformando tienen que empezar a materializarse. (Del Pino, 2011, p.10). 

De acuerdo a lo expresado, se significan en el contexto actual la necesidad de comprender que los proyectos futuros y particularmente los profesionales en la edad juvenil, constituyen parte orgánica esencial del trabajo educativo en el contexto universitario, que requiere, unidad entre el sistema de influencias educativas que ejercen los diversos actores sociales del proceso de formación, otorgar la primacía que merece el estudiante como protagonista y constructor de sus proyectos futuros.

La juventud constituye una etapa esencial en el proceso de socialización del individuo, teniendo en cuenta que en este período el sujeto se prepara para desempeñarse en distintos ámbitos propios de la vida adulta, lo cual exigirá del joven la regulación de su comportamiento a partir de las diversas exigencias sociales.

Abordar las particularidades del sistema de comunicación, propias de dicha etapa, constituye de especial interés para desarrollar un trabajo educativo que responda a las necesidades individuales y sociales del joven. De acuerdo a la situación social del desarrollo que  caracteriza dicha etapa, resulta importante destacar  las relaciones de comunicación que se establecen con los adultos, particularmente con los maestros y  aquellas que establece el joven con los iguales

De acuerdo a lo expresado es menester concebir el  proceso de trabajo educativo sustentado en el vínculo entre actividad y comunicación y personalidad. En los marcos del proceso de trabajo educativo del año académico, las actividades que se proyecten deben ser desarrolladoras de la personalidad del estudiante, posibilitando el intercambio de conocimientos, vivencias, experiencias, desde la comprensión mutua, el respeto  y la empatía  entre estudiantes y profesores.

En consonancia con el análisis anterior, la concepción del trabajo educativo  se encuentra condicionado por el vínculo entre actividad y comunicación, partiendo de la necesidad de que las actividades que se coordinen, resulten interesantes para el estudiante, sean expresión de sus necesidades y a su vez manifiesten de igual modo las necesidades que se derivan de la práctica social, basadas en el diálogo abierto y flexible como herramienta esencial en la conducción del proceso. “De igual forma toda actividad que modele y dirija será atrayente e interesante para que facilite una mejor comunicación, donde entre otras cuestiones, se aprenda a decir, a escuchar, a ser directo a respetarse a si mismo y a los demás” (Abdine, Gonzáles & Recarey. S 2002).

De igual manera es significativo desde el carácter protagónico de los actores del proceso, dotados de la capacidad reflexiva que propende su actuación consciente y comprometida con la implementación de acciones que potencien  su auto transformación y la  transformación del proceso, partiendo  en primer lugar del reconocimiento del estudiante universitario como un joven responsable en la edificación de su vida y responsable en la formación de su personalidad, protagonista de su proceso de formación y del  establecimiento de sus metas futuras orientadas a la consecución de los cambios que requiere la sociedad cubana. En segundo lugar, concibe al profesor desde la diversidad de roles que asumen en este nivel estructural, como un orientador del estudiante en el proceso de construcción de conocimientos, habilidades y valores, en pos de un desempeño profesional eficiente, ético y de compromiso social. 

La necesidad del protagonismo responsable del estudiante y profesor como ambos polos de la relación, favorece el desarrollo del proceso de formación personal y profesional del estudiante y constituyen elementos  que articulados entre sí le confieren al proceso de trabajo educativo del año académico un rol esencial en la formación integral del profesional.

 

Conclusiones

Incursionar en el estudio del impacto del trabajo educativo en la formación del joven universitario, significa reconocer su influencia en el desarrollo de la personalidad del estudiante, a partir de la asunción de una actuación transformadora y una cultura de trabajo cooperada entre todos sus miembros, que potencie el desarrollo personal y social del estudiante desde su formación profesional, teniendo en cuenta las necesidades y aspiraciones del joven y sus características individuales, para diseñar acciones  conducentes a su formación, de manera que se potencie en todos los actores protagonistas del hecho educativo, una actuación responsable, ética y de compromiso social.

 

Referencias

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