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Signos de alarma en la primera infancia. Detección temprana de Trastornos del Espectro Autista

Es relevante la observación de las conductas de los niños y niñas desde etapas muy tempranas de la vida, la sospecha de que algo no funciona bien o, al contrario, que algo extraordinario pasa, nos permite mediante la pesquisa precoz, realizar un diagnóstico e intervención oportuna.

Lili Ortega López | 15/01/2021

Para abordar tempranamente las necesidades educativas de aprendizaje de los niños y niñas que están dentro de los Trastornos del Espectro Autista, es necesario la experticia de profesionales que atienden a la primera infancia, como educadoras/es de párvulos, pediatras, enfermeras y personal técnico tanto del área de la salud como de la educación. Desde esta mirada experta que tiene la cualidad de concentrar el conocimiento y pericia se podrá observar los hitos del desarrollo y derivar oportunamente a profesionales especializados y brindar los apoyos necesarios a los pequeños/as y sus familias.

Es relevante la observación de las conductas de los niños y niñas desde etapas muy tempranas de la vida, la sospecha de que algo no funciona bien o, al contrario, que algo extraordinario pasa, nos permite mediante la pesquisa precoz, realizar un diagnóstico e intervención oportuna. Ahora bien, en los casos de algunos pequeños que presentan signos del trastorno del espectro autista podemos observar un escaso o nulo contacto visual, falta de respuesta al ser llamados por su nombre o mostrar indiferencia ante personas vinculados a ellos en su cuidado. Otros niños y niñas evidencian en los hitos del desarrollo cierta normalidad durante los primeros años de vida, pero inesperadamente se vuelven pasivos, ensimismados o en algunos casos con conductas autoagresivos, perdiendo las habilidades del lenguaje que habían adquirido.

Expuesto lo anterior, se observa que los patrones o gamas del comportamiento de los trastornos del espectro autista varían en la gravedad y son únicos en cada niño o niña, es decir algunos tienen según datos obtenidos por el DSM 5, un alto porcentaje asociado a discapacidad intelectual. Sin embargo, algunos presentan dificultades de aprendizaje, otros, una inteligencia entre normal y alta, pero disarmónica, con dificultades para comunicarse y en las habilidades adaptativas sociales y cotidianas. Por ello la intervención psicoeducativa se fundamenta en lograr avances en las capacidades de cada uno, considerar la combinación de los síntomas y ofrecer apoyos que impidan el avance en los niveles de deterioro cognitivo, social, comunicativo y conductual.

La siguiente descripción presenta los algunos signos iterativos en las conductas de los niños y niñas comenzando por meses de vida:

En los primeros 6 meses de vida el bebé tiene trastornos del sueño, muestra irritabilidad, no mira los objetos que presiona en la palma de su mano, al tratar de levantarlo no muestra una postura anticipatoria de alzamiento de brazos, no balbucea, hay ausencia de sonrisa social y falta de contacto visual, pero si fija la mirada frente a estímulos luminosos y llamativos sensorialmente.

Entre los 6 a 12 meses no es capaz de imitar sonidos ni gestos, por lo tanto, no participa ni interviene en juegos de tipo social, ni muestra interés por juguetes, sin embargo, puede estar fascinado por aspectos del juguete o por sus manos y pies. Algunos de los niños se echan todo a la boca, huelen, mastican y tragan objetos no comestibles.

En el segundo año de vida, los padres evidencian que la marcha o el caminar se presenta tardíamente, no hay gestos precomunicativos como señalar con el dedo índice con la intención de comentar o pedir un objeto material o información de lo que sucede a su alrededor, por lo tanto, no existe interés por compartir la atención con los adultos significativos, dicho esto, la relación con sus pares etarios es escasa o nula y no se observa desarrollo del juego de ficción o simbólico. Puede llorar sin causa, presenta episodios de mucha irritabilidad descontrolada y es complejo el proceso de consolación, en otras palabras, tiene reacciones emocionales inapropiadas.

En el tercer año de vida aún no desarrolla el habla o ésta es muy escasa, al existir lenguaje hablado se presenta con ecolalia o repetición de palabras o frases muchas veces descontextualizadas. Presenta un rechazo e irritabilidad a los cambios que pueden variar desde la comida, vestimenta o acciones realizadas, demostradas en rabietas y agresiones. Por otra parte, el interés por acciones, juegos, interacciones con otros es muy limitado. El contacto visual sigue siendo escaso o mira fijo al vacío o de manera extraña. Las conductas de autoestimulación, una de las mayores características en el diagnóstico es de tipo repetitiva, es un comportamiento tipificado que no parece servir para ninguna otra función que la gratificación sensorial, pueden presentar una hipoactividad o al revés, una hiperactividad generalizada, se agudizan los trastornos del sueño.

No existe una causa única o conocida para la complejidad de los trastornos del espectro autista. Ya que la gravedad de los síntomas también varía. En diversos estudios se menciona que las causas o el origen podría estar relacionada con la genética y en menor grado el medio ambiente, aunque no hay hallazgos científicos de ello. Cada año, la estadística de casos diagnosticados es mayor, se sospecha que puede ser por una mejor y oportuna detección o bien porque existe un aumento en la tasa de casos reales. En este aspecto, los niños varones tienen 4 veces mayor probabilidad con respecto a las mujeres, cuya relación estadística es de 4 a 1, afectando a todas las razas y nacionalidades.

Para finalizar, podemos mencionar que no existe una forma de prevenir los síntomas o características del trastorno del espectro autista. El diagnóstico certero y la intervención temprana en las áreas tanto de mayor como menor afectación será lo más útil para mejorar la calidad de vida de los niños y niñas como de sus familias. Las opciones de tratamiento deben ser orientadas a la mejora en el desarrollo del lenguaje, habilidades sociales y conducta adaptativa. La intervención será útil y beneficiosa a cualquier edad porque si bien los síntomas son persistentes a lo largo de la vida, con apoyos educativos especializados y adecuados, tanto de la escuela (profesores y compañeros), pero esencialmente de la familia, ya sea nuclear o extensa, los niños y niñas pueden aprender a desempeñarse adecuadamente en este mundo si nos enfocamos en la persona, que es única, singular e irrepetible y no sólo en su diagnóstico. El foco debe estar puesto en la experiencia realista, pero no menos esperanzadora y los retos a los que se enfrentan los niños y niñas con trastornos del espectro autista y sus familias.

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