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La sintomatología de disfagia en personas con esclerosis múltiple (Parte II)

De la población estudiada en el presente, las tres cuartas partes de la misma presentan síntomas y signos de disfagia que no están siendo evaluados, ni reciben un seguimiento del proceso deglutorio por parte del logopeda y resto de equipo sanitario.

Análisis de datos

Resultados

Recogida la información tanto a través del cuestionario EAT-10, como de la anamnesis de elaboración propia, los datos con los que contamos son: 22 participantes, de los cuales 6 son hombres y 16 mujeres, todos ellos con una edad inferior a 55 años. Un único participante presentaba quejas de disfagia en el momento de la recogida de datos, pero no cuenta con evaluación formal de la deglución. La media correspondiente a la duración de la Esclerosis Múltiple hasta el momento actual del estudio es de 16,91 años (DT=7,58). No hay datos de carácter neurológico que nos sea de utilidad para el estudio.

            La información que se ha recogido en el cuestionario EAT-10, se muestra en la Tabla 1:

Tabla 1. Frecuencia de respuestas en EAT-10.

 

PREGUNTA EAT-10

CONTENIDO

Puntuación EAT-10

 

0

1

2

3

4

1

Pérdida de peso por problemas a la hora de tragar

86,36

00,00

13,64

00,00

00,00

2

La capacidad de comer fuera de casa se ha visto alterada por la dificultad para tragar

77,27

00,00

18,18

4,55

00,00

3

Tragar líquidos supone un esfuerzo extra

81,81

4,55

9,09

4,55

00,00

4

Tragar sólidos supone un esfuerzo extra

68,18

13,63

18,19

00,00

00,00

5

Tragar pastillas supone un esfuerzo extra

63,63

18,18

18,19

00,00

00,00

6

Dolor al tragar

86,36

4,55

9,09

00,00

00,00

7

El placer de comer se ve alterado por la dificultad al tragar

72,72

9,09

18,19

00,00

00,00

8

Alimento pegado en la garganta al tragar

68,18

18,18

9,09

4,55

00,00

9

Tos al comer

54,54

31,81

13,65

00,00

00,00

10

Estrés al tragar

68,18

18,18

13,64

00,00

00,00

               

El resultado total que se ha obtenido en el cuestionario EAT-10 muestra que un 27,27% de los participantes ha mostrado ser asintomático de disfagia, es decir, no presenta signos y síntomas de disfagia. Un 22,72% de los participantes ha obtenido puntuaciones totales en EAT-10 de entre 1 y 2 puntos respectivamente, por lo que sería necesario prestar atención a los mismos dado que son personas en riesgo de presentar una posible disfagia. Otro 18,18% ha obtenido una puntuación total de 3 puntos lo que indicaría disfagia y sería necesario aplicar diferentes pruebas para verificar dicho diagnóstico y derivar a distintos profesionales para el tratamiento; finalmente un 31,82% ha obtenido puntuaciones totales en el cuestionario EAT-10 por encima de los 3 puntos, siendo en este caso la puntuación total más alta de 20 puntos.

En base a todo lo anterior, los datos analizados en el cuestionario EAT-10, referidos a la puntuación total obtenida, informan que un 50% de los participantes deberían tener un diagnóstico de disfagia previo debido a la existencia de síntomas y signos; otro 22,72% son sospechosos de disfagia tras la obtención de puntuaciones totales en EAT-10 por debajo de 3 puntos; y finalmente un 27,28% son asintomáticos y no necesitarían de una evaluación de la deglución ni plan de tratamiento para el mismo.

Por otro lado, haciendo referencia a la bibliografía consultada (Bergamaschi et al., 2008; Guan et al. 2015; Klugman et al., 2002), los síntomas como tos, sensación de alimento pegado en la garganta, atragantamiento y dolor durante la deglución, entre muchos otros, son los síntomas y signos de disfagia que se consideran sub-estimados en esta población. En base a ello, los datos analizados, y encontrados en el cuestionario EAT-10 nos informan de:

  • Un 31,81% de los participantes reconoce entre los síntomas y signos de disfagia la presencia de tos durante y después de la deglución.
  • Un 18,18% de las personas encuestadas, se queja de sensación de alimento pegado en la garganta, así como dolor y estrés durante el acto deglutorio.
  • Otro 18,18% de los participantes se queja de cambios en las relaciones sociales debido a los problemas/dificultades que acontecen al acto deglutorio, provocando esto alteración del placer de comer fuera de casa.

De igual forma, partiendo de los datos que se han obtenido en la anamnesis de elaboración propia, se ha obtenido como dato que un único participante, lo que correspondiente al 4,55%, recibe tratamiento logopédico referido a maniobras compensatorias y técnicas posturales como consecuencia de la dificultad en el proceso deglutorio. Sin embargo, el 95,45% restante no ha recibido, ni recibe, ningún tratamiento y/o seguimiento de la deglución hasta el momento actual del estudio.

 

Discusión.

Partiendo de los datos que se han obtenido en el estudio, se podría concluir diciendo que, de la población estudiada en el presente, las tres cuartas partes de la misma presentan síntomas y signos de disfagia que no están siendo evaluados, ni reciben un seguimiento del proceso deglutorio por parte del logopeda y resto de equipo sanitario.

Se ha observado, como aquellos síntomas que se consideran sub-estimados según la literatura, aparecen en el colectivo con Esclerosis Múltiple. Que dichos síntomas que se consideran sub-estimados hayan sido reconocidos por las personas con Esclerosis Múltiple del presente trabajo, indica que éstos signos sí que existen en esta población y sí se reconoce, pero no obstante, se no se está recibiendo un tratamiento y/o seguimiento al respecto de los mismos.

El hecho de haber reconocido estos síntomas alerta a los profesionales que trabajan con este colectivo de la necesidad de trabajar con un logopeda que se encargue de la evaluación e intervención, así como seguimiento, de las dificultades que puedan aparecer en el proceso deglutorio del colectivo de personas con Esclerosis Múltiple.

No obstante, aun habiéndose encontrado síntomas y signos que alerten de disfagia, otros síntomas como son la pérdida de peso y la dificultad en la deglución de determinadas texturas (texturas mixtas, por ejemplo), no han sido reconocidos, en su mayoría, por los participantes al estudio. Dichos síntomas aquí mencionados son los más comunes para alertar de un diagnóstico de disfagia, así lo dice Burgos et al. (2012), entre muchos otros autores.

Que no aparezcan o se reconozcan determinados síntomas en el colectivo de Esclerosis Múltiple podría alertarnos de una sub-estimación de síntomas. Esta sub-estimación podría deberse por dos motivos principales: bien por una sintomatología silente, o bien, se da más importancia a otra sintomatología, más visible o más “entorpecedora” en el día a día (temblores, espasticidad…), dejando a un lado síntomas y signos que son menos visibles y/o llamativos.

Que se hayan reconocido síntomas y signos de alteración deglutoria en los participantes, alerta de la inexistencia de un proceso de evaluación en las personas con Esclerosis Múltiple sobre la sintomatología de disfagia, la cual se ha demostrado estar muy presente en dicha población. Según los datos aquí obtenidos, un 73% de los participantes presenta sintomatología de disfagia, y ninguno de ellos presentaba un diagnóstico y una evaluación de la misma hasta el momento actual, lo que se podría relacionar con los datos obtenidos en los estudios de Abraham et al., (2002); Bergamaschi et al. (2008), Calcano et al. (2002) y Marchese-Ragona et al. (2006) sobre la prevalencia de disfagia en la población con Esclerosis Múltiple.

Por otro lado, se ha obtenido como dato que un único participante en el estudio estaba recibiendo tratamiento logopédico para la sintomatología de disfagia (el cual se centraba en técnicas compensatorias y maniobras posturales), cuando según los datos obtenidos, el 73% de los participantes, necesitarían de un plan de tratamiento para la sintomatología que presentan. Estos datos están en sintonía con los obtenidos en los estudios de Marchese-Ragona et al., 2006; Wiesner et al., 2002 y Poorjavad et al. 2010, donde resaltan que únicamente un 2% de la población con Esclerosis Múltiple recibe un tratamiento adecuado a las necesidades y síntomas que presentan en relación con la disfagia.

            Finalmente, algunas de las limitaciones que se han encontrado en el presente estudio es el tamaño muestral con el que se ha contado, puesto que se esperaba poder obtener una muestra de participantes superior. Sería aconsejable seguir investigando al respecto para obtener unos datos concluyentes y generalizables sobre ello y así, poder plantear diferentes planes de intervención así como de evaluación para este colectivo.

 

Referencias

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