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Según Puyuelo (2001), los niños disártricos por lo general son poco comunicativos, se aíslan fácilmente, se niegan en ocasiones a participar en las actividades de grupo, se manifiestan indiferentes, apáticos, inseguros, se agotan fácilmente y la atención es muy dispersa. Se detecta un desarrollo insuficiente en los procesos superiores del pensamiento, estrechamente relacionado con el escaso desarrollo de los aspectos esenciales del lenguaje.
II. CONSECUENCIAS DE LAS ALTERACIONES NEUROLÓGICAS
II.1. Capacidades afectadas.
Como apunta Melle (2012), entre los factores más relevantes que se pueden encontrar afectados cuando observamos un caso de alteraciones del habla por daños neurológicos tendremos: las capacidades cognitivas del niño (limitaciones atencionales, problemas de memoria, dificultades para monitorizar y corregir la propia conducta, etc.) o lingüísticas (problemas de comprensión auditiva, dificultades de lectura, etc.), sus habilidades psicomotrices (motricidad fina en extremidades superiores, hipotonía muscular, debilidad, atrofia muscular por denervación, etc.), y su estado emocional y motivacional (depresión, apatía, reducidas ganas de recuperarse, etc.). Como consecuencia, pueden manifestarse alteraciones como mala lateralización (la mano dominante depende de la mano que está parética y la lateralización periférica puede no coincidir con la lateralización cortical) o afectación psicológica de un sujeto ante la imposibilidad de expresarse correctamente o con una inteligibilidad total.
II.1.1. Desarrollo cognitivo.
Esta patología imposibilita el vehículo de comunicación y relación social, factores que influyen negativamente en el desarrollo de la personalidad y la actividad cognoscitiva. Son por ello frecuentes, en los casos de disartrias severas, los retardos en el desarrollo psíquico y las alteraciones secundarias del intelecto.
Según Puyuelo (2001), los niños disártricos por lo general son poco comunicativos, se aíslan fácilmente, se niegan en ocasiones a participar en las actividades de grupo, se manifiestan indiferentes, apáticos, inseguros, se agotan fácilmente y la atención es muy dispersa. Se detecta un desarrollo insuficiente en los procesos superiores del pensamiento, estrechamente relacionado con el escaso desarrollo de los aspectos esenciales del lenguaje.
Un factor fundamental del desarrollo cognitivo, es la capacidad de atención y concentración voluntaria la cual exige de organización, exactitud y esfuerzo. En el caso de estos alumnos, es fundamental afianzar esta capacidad disminuyendo los elementos que interfieren y que repercuten en la capacidad para discriminar aspectos relevantes y no relevantes durante el proceso de aprendizaje.
II.1.2. Desarrollo lingüístico.
Los estudios demuestran que en muchas ocasiones, tal como indican Rodríguez La O y cols. (2013), la limitada relación del niño disártrico con el medio que lo rodea, la poca comunicación con las demás personas y los severos trastornos de pronunciación dificultan considerablemente el desarrollo del vocabulario y el dominio del aspecto semántico del lenguaje. Estos niños, por lo general, poseen un vocabulario muy limitado, tienen serias dificultades para comprender y utilizar palabras que expresen relaciones de tiempo y espacio.
Asimismo, el niño con disartria, al tener alteraciones en su propia articulación fonemática, puede tener dificultades en distinguir los fonemas parecidos, por ejemplo, las consonantes sonoras y las sordas, o distinguir un fonema dentro de un grupo silábico.
La ausencia del lenguaje productivo dará origen a una falta de la emisión verbal, no así en el plano comunicativo, que puede ser “complementado” con el uso de algún sistema alternativo-aumentativo de comunicación y/o el uso de los llamados comunicadores no verbales.
II.1.3. Desarrollo psicomotriz.
Desde el punto de vista psicomotriz, siguiendo las afirmaciones de Rodríguez La O y cols. (2013), se observa con mucha frecuencia la afectación en la coordinación motriz fundamentalmente de los dedos. Estos sujetos presentan dificultades para escribir, pintar, formar construcciones, desatarse los zapatos, abotonarse y desabotonarse la camisa, ente otras actividades. La escritura suele ser distorsionada, con letras desiguales e inclinadas.
Además poseen trastornos en la motricidad general los cuales se manifiestan principalmente en la torpeza, inexactitud, e imprecisión de los movimientos y en el aumento o disminución del tono muscular. Es muy difícil para estos niños saltar con un pie y en ocasiones con los dos, caminar por una línea, saltar una cuerda, el modo de andar es inseguro con balanceos y tropiezos frecuentes.
Así, los trastornos de la motricidad general, en algunos casos limitan considerablemente su contacto directo con el mundo externo.
Las consecuencias de esta patología, desde el punto de vista de la motricidad, se resumen en hipotonía muscular, debilidad, atrofia muscular, disminución de los reflejos, contracciones musculares, etc.
II.2. Líneas de intervención educativa.
Dadas las implicaciones mencionadas anteriormente, tanto a nivel físico como lingüístico, cognitivo y socio-afectivo, y una vez realizada la evaluación de un alumno con disartria, tal como establece Melle (2007), es necesario establecer cuáles serán las líneas de actuación, que orientarán el programa de intervención.
Desde el punto de vista de la severidad de la afectación, se pueden establecer diferentes vías de tratamiento:
• Con un alumno que presenta una alteración leve podemos proponer un programa de intervención que incida de forma significativa en la mejora de la inteligibilidad en la realización de diferentes actividades comunicativas, mediante estrategias compensatorias de distinto tipo que potencian la calidad de su habla y la articulación de los fonemas.
• En casos moderados donde la inteligibilidad está muy afectada como consecuencia de las deficiencias estructural-corporales y funcionales, los programas de intervención irán enfocados fundamentalmente a corregir aspectos orgánicos y en la mejora de la inteligibilidad.
• Por último, en los casos más severos donde las alteraciones estructural-corporales y funcionales impiden que el alumno pueda comunicarse de forma inteligible en la mayoría de los contextos, el principal objetivo de tratamiento será establecer un medio funcional de comunicación que reduzca las limitaciones en la actividad, mediante el uso de sistemas alternativos-aumentativos de comunicación, actuando sucesivamente en la reducción de las deficiencias orgánicas indicadas para potenciar la inteligibilidad del habla.
En este tipo de trastornos orofaciales, para favorecer el control sobre el habla y disminuir las dificultades funcionales, ha de establecerse un programa de intervención desde una terapia miofuncional, a través de la cual se lleve a cabo un intenso trabajo con los órganos fonoarticulatorios y la adecuación de las funciones orales.
Como expone Zambrana (1997), se ha de trabajar la tonicidad y movilidad de labios, lengua, buccinadores y maseteros y se debe adecuar este trabajo muscular a la rehabilitación de las funciones de respiración, deglución, masticación y fonación:
Respiración: se trabaja el tipo y modos respiratorios. La constitución de la respiración costodiafragmática y nasal es importante para la rehabilitación de los malos hábitos bucales y respiratorios.
Deglución: se entrena la deglución de alimentos líquidos, pastosos y sólidos enseñando al niño el correcto posicionamiento de labios y lengua.
Masticación: se realizan ejercicios para que el alumno mastique por los dos lados, manteniendo la boca cerrada y triturando los alimentos con los molares.
Articulación del habla: se trabajan conjuntamente ejercicios musculares, de deglución y la voz.
Este entrenamiento de las funciones fonoarticulatorias ha de ser realizado desde todo el contexto del alumno para que logremos una mínima funcionalidad y el tratamiento tenga resultados satisfactorios.
Por último, señalar la importancia que tiene realizar un diagnóstico precoz y una evaluación inicial amplia y precisa de todos los aspectos alterados en los niños que presentan disartria, lo cual nos posibilite llevar a cabo una respuesta rehabilitadora eficaz y lo más temprana posible. Consecuentemente, es necesario resaltar la relevancia que para todos los profesionales implicados en el proceso del tratamiento tiene el conocer sus características y estructurar, desde esa base, un plan de intervención acorde a sus necesidades.
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