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Lactancia Materna en el Bebe Prematuro Hospitalizado en la UCI Neonatales (parte III)

Es supremamente importante que la atención del bebe se centre en la alimentación. El bebe indica la capacidad para mantener la atención en la alimentación a través de la disposición a participar y por el interés en la succión. Shaker afirma que un niño que busca el pezón en el inicio de la alimentación indica la disposición desde el punto de vista del neurodesarrollo para la alimentación.

Ruben D. Diaz | 15/10/2015

Preparación para la Alimentación Oral

Es importante determinar si el bebé está preparado para iniciar una alimentación oral eficiente y efectiva. El bebe demuestra comportamientos positivos y una organización para el trabajo de la alimentación, cuando es capaz de alcanzar y mantener un estado de vigilia, una postura flexionada del cuerpo con un tono muscular suficiente, y puede mantener el interés por la succión.

La estabilidad fisiológica, se establece por los niveles de saturación de oxígeno suficientes (oximetría de pulso SaO2). Varios estudios han demostrado que la condición del bebé inmediatamente antes de la alimentación afecta la habilidad y la calidad de su alimentación. La capacidad de mantener un estado de alerta durante cinco minutos antes de la alimentación se asocia con la capacidad de participar en un mayor número de succiones durante los primeros cinco minutos de la alimentación. Un bebe que es capaz de lograr un estado de alerta o que está despierto y tranquilo antes de la alimentación, puede llevar a un mayor consumo por volumen durante la alimentación oral.

Es supremamente importante que la atención del bebe se centre en la alimentación. El bebe indica la capacidad para mantener la atención en la alimentación a través de la disposición a participar y por el interés en la succión. Shaker (1990) afirma que un niño que busca el pezón en el inicio de la alimentación indica la disposición desde el punto de vista del neurodesarrollo para la alimentación. Es de bradicardia e hipoxemia relacionadas con irregularidades en la respiración, las cuales son muy comunes en bebes prematuros cuando se les pone al biberón o al pezón. Shiao y sus colegas sugieren una base mínima de saturación de oxígeno del 95 por ciento mantenidas en por lo menos 5 minutos antes de la alimentación oral.

 

Habilidad para Mantener Una Alimentación Oral Estable.

El compromiso más importante para el aprendizaje de una nueva habilidad, en este caso la de la alimentación oral, requiere que el bebé tenga la habilidad de mantener un estado de vigilia, que tenga la energía suficiente y que pueda tener una atención focal estable. No es poco común que los bebes prematuros tengan dificultad en mantener las habilidades orales por periodos inclusive cortos de tiempo. A medida que ellos se desarrollan, son capaces de mantener un estado de vigilia más extenso durante la alimentación aun tendiendo incluso energía para interactuar con sus padres o quien le este alimentado en ese momento.

 

Habilidad para Coordinar la Funciones Respiratorias y Deglutorias.

La coordinación de la deglución y la respiración con la succión refleja la habilidad del bebé en el manejo del fluido mientras puede mantener una protección adecuada de la vía aérea. Los bebés aprenden a tragar de manera eficiente a medida que maduran.

Esta coordinación incluye la presión de succión y es coincidente con la duración de la succión, y con la eficiencia al tragar completamente antes de iniciar la siguiente respiración.

Los recién nacidos prematuros generalmente integran la deglución y la respiración de una manera ineficiente. A menudo responden a presentación de líquidos en la orofarínge con apneas prolongadas, lo cual es considerado una respuesta protectora exagerada. Adicionalmente, el tamaño del bolo alimenticio (liquido), la velocidad del flujo de este a través de la orofarínge, el número de degluciones que se hagan necesarias para controlar el bolo y la edad gestacional del recién nacido, afectan los cambios en el patrón respiratorio para dar cabida a la deglución.

Thoyre y Carlson observaron que bebes de bajo peso al nacer que hacían degluciones múltiples sin pausas frecuentes, tendían a hacer succiones más prolongadas contribuyendo a apneas más largas en ocasiones provocando la presencia de hipoxemia.

Los recién nacidos prematuros a menudo succionan más liquido del que pueden tragar lo que supone más liquido en su boca, lo cual requiere un mayor número de degluciones restringiendo la vía aérea por un periodo más prolongado con las consecuencias antes expuestas. El equipo médico debe determinar si esto está pasando y tomar las decisiones o medidas que sean necesarias para controlar este fenómeno.

Como parte del análisis de la capacidad del bebe para coordinar la deglución esta el escuchar el sonido de deglución en relación con los sonidos de la respiración y también el observar la ingesta de liquido por parte del bebe. Un bebe que está tranquilo y traga de manera eficaz, generalmente tiene menos posibilidad de presentar atragantamiento o incidentes de aspiración con líquidos, lo cual le permite mantener una buena respiración y una mejor estabilidad fisiológica.

Es importante que el patólogo del habla entrene al equipo médico, incluyendo a los padres para estar atentos y observar la presencia de pérdida de fluido alrededor de los labios con respecto al pezón.

Si la cantidad de liquido es excesiva y aparenta ser mayor a lo que el bebé puede retener en su cavidad oral, generalmente se debe a una carencia o deficiencia en el selle que el bebé puede aplicar al pezón permitiendo así que este se derrame alrededor de sus labios. Si algún miembro del equipo médico, incluyendo la madre ve al bebé con “liquido excesivo alrededor de los labios” o aparece un “exceso de babeo”, estos deben establecer si esto está pasando intermitentemente o permanentemente a lo largo del intento de alimentación. El momento y el contexto del derrame, puede proporcionar información importante acerca de las capacidades del bebé y puede facilitar la toma de decisiones con respecto a estrategias de intervención.

El equipo médico se debe preguntar por ejemplo, si el babeo ocurre simultáneamente con los signos de la fatiga; si empieza fuerte y se presenta con succiones prolongadas; o si el bebé “babea” como una respuesta de estrés. Frecuentemente el derrame o babeo excesivo se asocia con una menor edad gestacional, baja frecuencia cardiaca, y una saturación de oxígeno disminuida.

Es importante para el patólogo del habla y el quipo médico estar atento al fluido que puede llegar a albergarse en la cavidad nasofaríngea o llegar a la hipofaringe de manera prematura y estacionaria, provocando presencia de sonidos de congestión respiratoria. Los cambios en los sonidos respiratorios de base, deben rápidamente responder a cambios en el posicionamiento del bebé o con pausas provocadas por la madre al retirar el pezón. Si estos no cambian en respuesta a estos cambios, es muy posible que sea un indicador clínico de problemas deglutorios y de exposición de la vía aérea a la penetración laríngea y a la aspiración traqueal.

Es de extrema importancia que en los bebes prematuros que van a ser expuestos a la lactancia, o cualquier otra forma de alimentación oral, sean monitorizados de manera directa. Los monitores de la saturación de oxígeno y los monitores cardíacos de uso común en el período neonatal y a veces en el hogar después del alta, proporcionan información adicional con respecto a la adecuación de la respiración a través de la alimentación.

El equipo médico y la madre pueden observar la saturación de oxígeno y la frecuencia cardiaca a lo largo de la alimentación. Es común que este tipo de bebes tengan episodios de desaturación de oxígeno, caídas en la frecuencia cardíaca hasta el punto de bradicardias o a veces presencia de taquicardias. Típicamente, durante episodios de estrés, la respiración se detiene como precedente a la desaturación de oxígeno, la cual a su vez precede a la bradicardia.

 

Conclusión:

Los profesionales que trabajan con la población prematura en la Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales deben entender que la evaluación y la intervención son funciones integradas. El cómo los bebés son alimentados y la evaluación de sus capacidades, los comportamientos e intervención de la madre y el enfoque de la evaluación deben ser ajustadas a cada bebé en particular.

Si el bebé deja de chupar espontáneamente sólo de vez en cuando, por ejemplo, el bebé probablemente necesita una breve pausa impuesta por la madre (generalmente retirando el pezón o moviendo un poco al bebé) facilitando así la regulación de la respiración y ayudando a prevenir la fatiga y/o desregularización fisiológica.

Si el niño no busca el pezón o rota cuando se le estimulan sus labios, es posible que no haya una disposición para la alimentación, en este caso el patólogo del habla y el equipo médico deben investigar las razones para ello. Si el bebé tiene dificultad para la coordinación de la deglución y la respiración, el cuidador debe está más alerta a su capacidad para extraer el líquido lo cual puede estar afectado por la frecuencia de las succiones (mamadas) y la duración de éstas.

El patólogo del habla y el equipo médico deben explorar las modificaciones que faciliten una alimentación oral segura, ya sea vía lactancia materna modificada o simplemente, descontinuando la lactancia y proporcionando otros mecanismos de alimentación oral (biberón, jeringas etc.).

En ocasiones se debe trabajar con la madre en la exploración de distintas posiciones de amamantamiento como una posición de decúbito lateral, disminución del flujo (o control de flujo) con barreras para el seno, y estrategias de estimulación oral proveídos por el patólogo del habla.

En este caso, el patólogo del habla debe ser cuidadoso de no proceder con estimulaciones que puedan aumentar la fatiga o que causen complicaciones adicionales como la hipersensibilidad o un incremento en la respuesta nauseosa.

Finalmente, es esencial que los patólogos del habla/fonoaudiólogos/logopedas tengan una formación de bases teóricas y fisiológicas que garanticen una buena utilización de esta información y que los procedimientos de alimentación oral, incluyendo la lactancia materna, tengan un impacto positivo y no consecuencias negativas que pudieran ser prevenidas con un buen entrenamiento profesional.

 

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