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Los padres siguen influyendo sobre sus hijos, a pesar de las controversias sobre temas menores. La adolescencia no se define por sus dificultades, pero todos los adolescentes deben experimentar períodos de desajuste, enfado, confusión y depresión. Berger propone, que tanto el apoyo como la comunicación son provechosos y además fundamentales; aunque la vinculación y el control de los padres son cruciales para el desarrollo de los adolescentes.
Los padres siguen influyendo sobre sus hijos, a pesar de las controversias sobre temas menores. El afecto y la comunicación siguen siendo fundamentales dentro de la familia, mientras que el control ejercido por los padres se reduce y se permite que el adolescente desarrolle su autonomía. (Berger, 2004).
Nurmi (1989) afirma que los adolescentes se enfrentan a una sucesión de tareas específicas por edad y con la altura de las expectativas instauradas por sus padres, maestros y compañeros. La mayoría de ellos se refieren a las tareas de desarrollo que se espera en el desarrollo del ciclo vital. (Nurmi, 1989, citado en Vázquez y Rapetti, 2006).
La adolescencia no se define por sus dificultades, pero todos los adolescentes deben experimentar períodos de desajuste, enfado, confusión y depresión. Muchos en el camino hacia la adultez cometen errores graves, y otro tanto encuentra impedimentos que detienen por completo su avance. (Berger, 2004).
La relación de los padres con sus hijos
¿Cómo están educando los padres a sus hijos actualmente? Varios padres repiten los mismos patrones de crianza con los que están más habituados, aquellos que sus propios padres siguieron. Otros en cambio, optan por prácticas muy diferentes de las de sus padres. Como en toda generación, se hallan diferentes estilos de liderazgo a la vez. (Papalia, 1993).
El proceso de educación familiar es el proceso a través del cual las generaciones adultas, es decir los padres, se encargan de contribuir en el desarrollo personal y en la socialización de sus hijos. Los contenidos de este proceso van variando según la época y la cultura, así como también fue variando el nivel de participación familiar, en donde algunas veces fue reservado para los padres y familiares directos, y otras veces compartido con la escuela y demás agentes sociales. (Gimeno Collado, 1999).
Siguiendo a Gimeno Collado (1999) en relación a la crianza, es la familia la que acompaña al niño y adolescente en su proceso de crecimiento y desarrollo. Sus tareas básicas de crianza están encaminadas en proteger y apoyar el desarrollo de los hijos en todas sus dimensiones.
Rossi (1997) propone que los adolescentes anhelan experimentar su independencia, y ven al control que los padres ejercen o pretenden ejercer como una intromisión. Los jóvenes sienten constante tensión entre la necesidad de alejarse de sus padres y a la vez dependencia de ellos (Papalia, 1993). Por lo que es común, que esa confrontación permita que estos deban ajustar fuerzas diariamente y exija a los mayores realizar un esfuerzo para poner a prueba el equilibrio y la paciencia (Rossi, 1997).
Para Eroles (1996) la comunicación entre padres e hijos, tienen que fundarse en un equilibrio sólido entre el diálogo y la firmeza. En donde, el diálogo tiene que ser conducido por padres bien ubicados, con normas y valores por medio de las cuáles han decidido educar a sus hijos.
Berger (2004) propone, que tanto el apoyo como la comunicación son provechosos y además fundamentales; aunque la vinculación y el control de los padres son cruciales para el desarrollo de los adolescentes.
El grado en que la familia ejerce control, restringiendo la autonomía del adolescente, es un aspecto delicado del funcionamiento familiar. Por un lado es beneficioso limitar la libertad, pero es un factor de disuasión poderoso para el abuso de alcohol, la delincuencia y conductas de riesgo en las relaciones sexuales. (Berger, 2004).