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Entre las características más fascinantes de nuestro cerebro se destaca su capacidad para modificar constantemente su propia función en respuesta a las experiencias, que se presentan de segundo a segundo. Es decir, la posibilidad de recordar y aprender. El aprendizaje hace referencia a los procesos por medio de los cuales adquirimos nuevo conocimiento acerca de los sucesos del mundo que nos rodea.
El Lenguaje, a su vez, necesita de Gnosias y Praxias para su realización. Como facultad de la mente humana implica la capacidad para codificar o descodificar un mensaje, mediante mecanismos que permitan transformar ideas, emociones y conceptos en Praxias, previo el reconocimiento de los estímulos internos y externos que nos inducen a la comunicación.
DISLALIA
Ha de notarse que los prefijos como "dis" tratan de establecer parámetros clínico – patológicos (criterios de enfermedad) a hechos que muchas veces son solo producto del normal desarrollo de la persona, o no son tan graves como podría pensarse. El profesional debe ser cuidadoso al emitir estos diagnósticos, ya que producen generalmente ansiedad a los padres de familia. Es mejor hacer una explicación sencilla sobre su caracterización y la manera de abordarlo desde el hogar y la consulta.
La DISLALIA, corrientemente se define como una alteración funcional del habla, caracterizada por omisiones, sustituciones o distorsiones de sonidos dentro de las palabras. Los niños con “dislalia” presentan un retraso significativo, respecto a otros individuos de su edad, en la adquisición y maduración de los esquemas motrices del habla y en la producción de la palabra.
Es de anotar que los sonidos del habla, al igual que todos los que se producen en la naturaleza no son tonos puros, sino complejas mezclas que se congregan en un espectro, por lo cual el oído debe ser capaz no sólo de captarlos, sino de analizarlos y enviarlos al cerebro para que éste identifique los mensajes que portan.
Para Cromer (1978), Di Nicola (1979) y otros, siguiendo un proceso evolutivo, los órganos del hombre destinados primariamente a la respiración y a la alimentación han desarrollado la función adicional de proferir una rica sucesión de sonidos, cuyo uso es aprendido desde la más temprana infancia y se utilizan simbólicamente con otras personas que tienen la misma lengua y están en capacidad de percibirlos y comprenderlos. Por esto, al habla se la conoce algunas veces como “función superpuesta”.