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Neuropsicopedagogía: un gran reto... (Parte II)

Las redes neuronales se sienten muy fortalecidas por las emociones y los sentimientos, por ello, es muy importante destacar que los entornos de aprendizaje sean saludables, amenos, atractivos, motivadores, puesto que motivan el sistema de atención, el que promueve que cada una de las informaciones que nos llegan se archiven en circuitos neuronales y como consecuencia aprendamos.

Experiencia y aprendizaje van de la mano y son el factor clave para moldear el cerebro. Las redes neuronales que se tejen, si bien tienen su fuerte en los primeros quince años de vida; la plasticidad de las mismas, se refuerzan o debilitan según tengamos acceso a nuevos estímulos, vivencias, interacciones; ello da lugar a una praxis de aprendizaje permanente.
 
El despegue en la infancia de todas las capacidades, habilidades y destrezas psicomotoras y sociocognitivas, hacen que este motor del conocimiento que se pone en marcha, esté en constante búsqueda, reconocimiento, comparación y afianzamiento de conductas de habilidades adaptativas.
 
La sorpresa que el mundo ofrece a los niños/as hace que enriquezca su cerebro, se sienta atraído por el entorno cambiante, con múltiples opciones, le fomenta la curiosidad hacia lo nuevo, lleva casi de modo automático a aprender. (Friedrich y Preiss, 2003)
 
Muchos autores coinciden en que las emociones también tienen un papel crucial, de relevancia en educación (Barab y Plucker, 2002, Meyer y Turner 2002 y Shutz y Lanehear 2002). Las redes neuronales se sienten muy fortalecidas por las emociones y los sentimientos, por ello, es muy importante destacar que los entornos de aprendizaje sean saludables, amenos, atractivos, motivadores, puesto que motivan el sistema de atención, el que promueve que cada una de las informaciones que nos llegan se archiven en circuitos neuronales y como consecuencia aprendamos.
 
En todo este itinerario, hay un potencial que no debemos olvidar ni dejar pasar por alto: la transdisciplinaridad en educación. Como dice Koizumi (2004) todas las disciplinas se enlazan en niveles jerárquicos.
 
“La transdisciplinariedad incluye el concepto de conexiones y fusiones entre disciplinas completamente diferentes….por lo tanto necesitamos crear una nueva metodología y nuevas organizaciones, incluyendo un lenguaje común que haga posible trascender los límites que separan a las disciplinas. El concepto de transdisciplinariedad no es estático, sino absolutamente dinámico...la ciencia del aprendizaje y la educación podría tornarse uno de los campos más importantes del siglo 21”. (Koizumi, 2004, p. 440).
 
Como corolario, no podemos dejar de nombrar todo el abanico de posibilidades de estudio que nos ofrece la neuropsicología, que abarca muchos tópicos y paradigmas de estudio, muchas veces relacionados con los estilos de vida actual, con nuestro marco geosocial y económico, en el que se ponen de manifiesto temas como: la inclusión de personas con necesidades educativas especiales, el fenómeno del bullying o acoso escolar, la dimensión de las nuevas tecnologías y la influencia de las redes sociales en nuestras vidas, trastornos de conducta, abandono escolar, la inteligencia emocional y social, la educación de personas adultas, el alfabetismo funcional y tecnológico, el fenómeno de los llamados síndromes raros o desconocidos, los movimientos migratorios y la integración socio-cultural, los niños y jóvenes con dotación intelectual, la apatía en las aulas, enfoques innovadores en las Universidades,  el desarrollo de competencias y talentos en el entorno socio-educativo, las escuelas abiertas a la comunidad, etc.
 
Por todo esto, no podemos concebir una neuropsicopedagogía que no tenga en sus requisitos imprescindibles las herramientas centradas en la formación, investigación e intercambio cooperativo entre profesionales. Ello permitirá construir un andamio fortalecido, dinámico, poliédrico y comunicativo entre todos los dinamizadores del complejo sistema educativo. Solo nos queda confiar en que cada persona pueda tener igualdad de oportunidades frente a los vertiginosos cambios educativos y que pueda desarrollar autónomamente: el saber (cognoscitivo), saber ser (afectivo) y saber hacer (comportamental).
 
 

 

 

Referencias

 Barab, S y Plucker, J. 2002 Smart Peolple or Smart Contexts? Cognition, Ability, and Talent Development in an Age of Situated Approaches to Knowing and Learning. Educational Psychologist, 37 (3) 165-182.
Friedrich, G. y Preiss, G. 2003 Neurodidáctica. Mente y Cerebro, Vol. 1, Nº4, p. 39-45
Goleman, D La Inteligencia Emocional 1996. Vergara.
Jessel, T., Kandel, E. y Schwartz, J. 1997 Neurociencia y conducta. Prentice Hall, Madrid.

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