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Repercusiones de las dislalias funcionales en la lecto-escritura en niños que cursan el primer ciclo de educación primaria. (parte III)

Cuando la dislalia es de tipo funcional, es decir, cuando el niño no presenta pérdida auditiva ni alteraciones orgánicas, la familia puede, de manera inconsciente, cometer “errores” que favorecen la mala pronunciación en el niño.

Cuando la dislalia es de tipo funcional, es decir, cuando el niño no presenta pérdida auditiva ni alteraciones orgánicas, la familia puede, de manera inconsciente, cometer “errores” que favorecen la mala pronunciación en el niño. Cuando el niño está adquiriendo y expresando el lenguaje, es normal que tenga fallas de pronunciación, pues con el transcurso del tiempo sus órganos de la voz y del habla se van coordinando y fortaleciendo, sin embargo, la mayoría de los familiares y/o gente que los rodea al escuchar una palabra mal articulada la repiten en tono de burla de la misma manera, en lugar de no burlarse y de repetir la palabra como debería de ser; esta acción repercute en que el niño se grabe la palabra como la está escuchando, es decir: mal pronunciada.
 
Para poder pronunciar cada sonido de las letras se hace necesario cumplir con tres características:
 
1)      Mover coordinadamente los órganos de articulación (lengua, labios, mandíbula, etc.)
 
2)      Discriminar auditivamente cada sonido
 
3)      Desarrollar la conciencia fonológica (aprender cuál o cuáles movimientos se tienen que realizar para lograr cada sonido de las letras)
 
Investigadores del área del lenguaje (Alessandri, 2007; Fuensanta, 1984; Puyuelo, 2000) aún debaten si la edad en la que los niños deben articular todos los fonemas de su lengua es a los seis o a los siete años; sin embargo coinciden en que, ineludiblemente, en cualquiera de esas dos edades, se encontrará ya cursando el primer o el segundo grado de educación primaria y en caso de que presenten fallas fonológicas obvias en comparación con el resto de sus compañeros, pueden tener serias consecuencias.
 
Los errores en la pronunciación de los niños generalmente no son tomados en serio mientras no se involucren en el aprendizaje de la lecto-escritura, pues es ahí cuando el niño entra en conflicto al intentar entender la conversión grafema-fonema, pues cuando el fonema no lo puede pronunciar correctamente, llegan a confundir, suprimir o insertar letras al leer o al escribir como consecuencia de su lenguaje; por lo tanto, se estará hablando de un problema de aprendizaje originado por una dificultad en el habla, por lo que, para eliminar el primero, habrá que trabajar en la eliminación del segundo.
 
Para que los niños puedan contar con un adecuado lenguaje lecto-escrito, es necesario que el proceso sea sólido, desde su adquisición hasta su consolidación, proceso que generalmente inicia en el último grado de la educación preescolar, continúa y/o se consolida en el primer grado de educación primaria o bien termina de consolidarse en el segundo grado de ese nivel educativo.
 
Debido a que el lenguaje se utiliza como medio para que el niño pueda adquirir un sinfín de conocimientos, es que, en el área educativa, al lenguaje se le considera núcleo del llamado proceso enseñanza-aprendizaje, al ser la conexión del ir y devenir de conocimientos entre alumno-maestro, maestro-alumno y alumno-alumno en todos los grados y niveles educativos.

 

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