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La empatía en la terapia del habla y el lenguaje. (Parte III)

Para que esto tenga lugar, el terapeuta deberá favorecer la colaboración de los padres en el proceso terapéutico. Para ello se presentará un análisis introduciendo una perspectiva que implique causalidad recíproca y responsabilidad mutua del problema actuales que presenta el paciente , tratar de promover la consideración de otros puntos de vista, facilitando la aceptación de responsabilidad en el mantenimiento de la situación actual.
Ramiro Campos | 1/06/2009
2. EL PAPEL DEL FONOAUDIOLOGO EN EL PROCESO DE TERAPIA DE LENGUAJE Y HABLA.

El papel del terapeuta de lenguaje a la hora de abordar una terapia se desarrolla en dos niveles diferentes. En primer lugar tiene que disponer de las estrategias diseñadas para ayudar a el paciente a adquirir unas habilidades que les ayuden a alcanzar una facilitacion de su trastorno más satisfactoria, y en segundo lugar tiene que crear un contexto en el que se facilite el aprendizaje y la puesta en marcha de estas nuevas habilidades.

En cada etapa de la terapia el terapeuta tiene que llevar a cabo una serie de tareas que son especialmente importantes para el proceso terapéutico.

2.1. La estructuración.

La terapia del lenguaje requiere que se mantengan los objetivos claramente estructurados de tal manera que el tiempo de terapia se utilice con la mayor eficacia. Por ello, el terapeuta debe mantener un papel activo y directivo, estructurando el orden del día de cada sesión, proponiendo y revisando las tareas encomendadas para ser trabajadas en el tiempo entre sesiones, y planteando las normas que requieren un obligado cumplimiento.

En ocasiones los terapeutas son remisos a planificar una agenda y dejan que sea el paciente que tome el control de las sesiones lo que lleva a que se perpetúen los patrones de interacción problemáticos y a que los objetivos de trabajo no se cumplan.
Cuando el paciente se desvía de los objetivos de trabajo planteados es necesario que el terapeuta infiera y lleve al apciente a su correcto abordaje no sólo un encauzamiento de los comportamientos, sino también que el paciente comprenda las razones de dicha interrupción, de tal forma que sirva para regular su conducta futura. Para ello, conviene hacer preguntas sobre el por qué de la interrupción, ayudando a la pareja a ser progresivamente más consciente de sus comportamientos con vistas a un futuro cambio.

El terapeuta tiene también que estructurar el ritmo del trabajo terapéutico, asegurándose de que el problema actual está siendo abordado, y los objetivos y expectativas iniciales se están alcanzando. Para ello, es conveniente que a lo largo de la intervención, se lleven a cabo "repasos" de lo trabajado, revisando el progreso hecho en relación a los objetivos propuestos.

2.2. La motivación al cambio.

Las estrategias de estructuración son un medio para alcanzar un fin. Proporcionan un ambiente que permite trabajar sobre determinados aspectos de la patologia de la comunicación humana . Sin embargo, una vez que se ha establecido el medio adecuado, es necesario que el terapeuta ayude a el paciente a promover los cambios en su medio natural, fuera de la sesión clínica.
Para que esto tenga lugar, el terapeuta deberá favorecer la colaboración de los padres en el proceso terapéutico. Para ello se presentará un análisis introduciendo una perspectiva que implique causalidad recíproca y responsabilidad mutua del problema actuales que presenta el paciente , tratar de promover la consideración de otros puntos de vista, facilitando la aceptación de responsabilidad en el mantenimiento de la situación actual.

Otra de las tareas que lleva a cabo el terapeuta de lenguaje es motivar a las el paciente, a que realice las tareas que se les pide que pongan en práctica entre las sesiones. El trabajo entre sesiones es un elemento crucial en la terapia de lenguaje.
La consolidación de los cambios trabajados en las sesiones clínicas se generalizarán, más allá de la hora de terapia, en la medida el paciente ejercite en su hogar y en su vida cotidiana las nuevas habilidades.
Muy a menudo, las tareas no se completan porque los clientes las mal interpretan, las olvidan. En otras ocasiones las consecuencias inmediatas del cambio pueden tener un matiz aversivo o desagradable, como empleo de tiempo, esfuerzo, a la vez que disposición de arriesgarse, mientras que los beneficios son menos tangibles y están orientados a más largo plazo. El modelo de terapia de lenguaje y habla asume que el no cumplimiento se puede prevenir a través de determinadas intervenciones clínicas.

Para prevenir el no cumplimiento es conveniente que el terapeuta resalte la importancia de la realización de estas tareas en el trabajo terapéutico, implicando a los padres del niño en la realización, anticipando excusas potenciales de no cumplimiento, advirtiendo sobre lo aversivo de la tarea y las consecuencias positivas que a medio plazo se pueden derivar de ellas y, por último, proporcionando a el paciente descripciones precisas, y en ocasiones por escrito, de las tareas que tienen que llevar a cabo.
Cuando se da el no cumplimiento, es preciso que se trasmita el mensaje de que la no realización de las tareas es un problema serio que no puede ser ignorado o tomado a la ligera. Por esto, sería un error continuar con el procedimiento como si las tareas se hubiesen completado, ya que se trasmite la idea de que éstas ocupan un lugar secundario en el proceso terapéutico. Por ello, se debe posponer la agenda de la sesión hasta que las tareas hayan sido llevadas a cabo, dedicando la sesión a hablar sobre el no cumplimiento y cómo podría resolverse.
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