!-- Google tag (gtag.js) -->
La ayuda pedagógica a los niños con deficiencia mental tiene sus mejores posibilidades de eficacia en las primeras fases del desarrollo infantil. En la asistencia al niño afectado por este Síndrome de Down existen varios objetivos a corto y largo plazo, dependiendo de la gravedad de los defectos físicos y del grado de retraso mental del paciente. De importancia perentoria es la prevención de los trastornos físicos asociados.
En la asistencia al niño afectado por este Síndrome de Down existen varios objetivos a corto y largo plazo, dependiendo de la gravedad de los defectos físicos y del grado de retraso mental del paciente. De importancia perentoria es la prevención de los trastornos físicos asociados, como infecciones respiratorias, alteraciones de la nutrición como consecuencia de la macroglosia, lesiones cutáneas a causa de la sequedad de la piel y su tendencia a agrietarse y los problemas ortopédicos derivados de la hipotonía muscular y la hiperextensibilidad articular. La actuación a largo plazo se centra fundamentalmente en la planificación de programas para promover el desarrollo óptimo del niño tanto en capacidades mentales como en las motoras. Como el potencial de desarrollo de los pacientes con síndrome de Down tiene las mismas necesidades básicas que los demás en lo que se refiere a juegos, disciplina e interacciones sociales.
La ayuda pedagógica a los niños con deficiencia mental tiene sus mejores posibilidades de eficacia en las primeras fases del desarrollo infantil. Actualmente, la pedagogía, basándose en las modernas investigaciones puede tomar como punto de partida las siguientes premisas:
1. El aprendizaje depende en gran parte de las estimulaciones directas o indirectas que recibe el niño de su ambiente.
2. La época más favorable para la eficacia de las estimulaciones del medio ambiente es la fase de la vida en la que es mayor la velocidad de desarrollo psicofísico, es decir, los primeros años de la infancia.
3. Las ofertas de aprendizaje que recibe el niño en épocas superiores requieren un esfuerzo educador considerablemente mayor y su eficacia es menor o casi nula.
En el caso de los niños afectados por el síndrome de Down debe comenzarse lo más pronto posible, una vez diagnosticado dicho síndrome, como una estimulación y educación precoz a fin de paliar ese retraso en su desarrollo desde el nacimiento y potenciar el desarrollo general. Esta educación temprana va a recaer fundamentalmente sobre los padres y educadores, orientados por el psicopedagogo y el médico, siendo las tareas fundamentales de educación: psicomotrocidad, percepción, convivencia y el cultivo de la afectividad y el lenguaje.
Un segundo paso va a venir dado con la entrada en el jardín de infancia a los cuatro o cinco años, preparatorio para la entrada posterior en la escuela. Las actividades y tareas principales para lograr una mayor maduración son:
• Estimulación y fomento de la motivación a la actividad con base afectiva.
• Educación de la motricidad y de los sentidos.
• Ejercicios enfocados al cuidado de sí mismo y de la higiene.
• Educación musical y educación de silencio.
• Inicio de interacción social.
• Descondicionamiento de hábitos mal adquiridos anteriormente.
• Educación verbal elemental, comprensión del lenguaje como base de la comunicación.
Referencias
CUILLERET, M. (1985): Los Trisómico entre nosotros.Masson. Barcelona.
LAMBERT, J. L. y RONDAL, J. A. (1982): El Mongolismo. Herder. Barcelona.
LÓPEZ MELERO, M. (1983): Teoría y práctica de la educación especial. Narcea. Madrid.
MAISTRE: “Deficiencia mental y lenguaje”.
PERERA, J. (1995): Cómo hacer hablar a un niño con Síndrome de Down y mejorar su lenguaje.
HURTADO MURILLO, F. (1995): El lenguaje en los niños con Síndrome de Down. Ed. Promolibro. Valencia.
KUMIN, L. (1997): ¿Cómo favorecer las habilidades comunicativas de los niños con Síndrome de Down? Una guía para padres. Paidós. Barcelona.
www. sindromedown.net.