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Habilidad lingüística y fracaso lector en los estudiantes sordos. (Parte IV)

En suma, podemos señalar que el conocimiento sintáctico es un indicador de la habilidad lectora. Las oraciones de las personas sordas son más cortas y simples en su estructura sintáctica que las de los oyentes. Son más rígidas, con más errores sintácticos, presentan problemas con las oraciones pasivas, en las cláusulas relativas, el objeto indirecto, en la formulación de preguntas, la complementación, la pronominalización, la disyunción y la alternación. No obstante, los lectores sordos presentan pocas dificultades con las oraciones primarias activas, afirmativas, negativas y en el uso de conjunciones.
HABILIDADES SINTÁCTICAS.

Así como las habilidades léxicas son la base para la comprensión del lenguaje, las habilidades sintácticas son un aspecto básico de la comunicación, ya que las palabras aisladas no transmiten información por sí mismas. La estructura sintáctica representa la forma en que los sujetos organizan su lenguaje, el mensaje se comprende a través de las relaciones que se establecen entre las palabras. Para Schirmer (1994) el desarrollo sintáctico involucra morfología y sintaxis. Señala que cuando los niños aprenden las formas del lenguaje están descubriendo implícitamente, las reglas que las gobiernan. De este modo, los morfemas (la unidad más pequeña de significado de las formas gramaticales) se combinan en las palabras (morfología) y éstas en oraciones (sintaxis).

La capacidad para integrar información a través de unidades lingüísticas, es clave para el procesamiento de la información a nivel oracional e intra-oracional. En este sentido, el dominio de las estructuras sintácticas resulta fundamental para establecer relaciones que organicen y den sentido al lenguaje. No obstante, el conocimiento sintáctico es uno de los aspectos en que los sordos presentan mayores dificultades. Por ello, la sintaxis se ha convertido en una de las variables más investigadas en el campo de la sordera. Al respecto, Paul (1998) plantea que para los sordos y posiblemente para los aprendices de una segunda lengua, el conocimiento sintáctico es un buen indicador de la habilidad lectora porque requiere la destreza para integrar información a través de unidades lingüísticas como palabras, frases y oraciones.

Una de las primeras investigaciones sobre habilidad sintáctica y producción escrita en niños sordos, fue realizada por Cooper y Rosenstein (1966 citados por Quigley y Paul, 1984). Ellos subrayan que el lenguaje escrito de los sordos, comparado con el de los oyentes, presenta diferencias en la distribución de las partes de la oración, contiene estructuras más cortas, simples, rígidas y estereotipadas, además de numerosos errores sintácticos. No obstante, este primer estudio se basó principalmente en la sintaxis del lenguaje oral, dejando de lado las características particulares de las estructuras sintácticas propias de la población sorda.

Con posterioridad Quigley, Wilbur y Montanelli (1976), realizaron uno de los estudios más importantes respecto de las habilidades sintácticas de los sordos, ya que elaboraron una prueba para evaluar específicamente dichas habilidades, el Test of Sintactic Abilities. Examinaron la comprensión de las principales estructuras sintácticas del inglés escrito en sordos de entre 6 y 19 años. Esta prueba estudiaba las principales estructuras sintácticas del inglés como la negación, la conjunción, la disyunción, la alternación, la formulación de preguntas, los procesos verbales, la pronominalización, la relativización, la complementación y los infinitivos. Los autores descubrieron que mientras los estudiantes oyentes responden correctamente entre 78% y 98% de las 21 estructuras especificas examinadas, los estudiantes sordos responden en forma correcta entre 36% y 79% de las estructuras. Además, determinan que las habilidades sintácticas del promedio de los sordos de 18 años, son más bajas que el promedio de las habilidades sintácticas de los oyentes de 8 años. En este contexto destacan que la brecha más importante se observa en las tareas relacionadas con la formulación de preguntas, la complementación, la pronominalización, la disyunción y la alternación. En cambio, observaron un desempeño semejante entre sordos y oyentes en construcciones relativamente simples como oraciones activas, afirmativas, negativas y uso de conjunciones. Los autores concluyen que el patrón de errores de los sordos es similar al de los oyentes, por tanto ambos grupos comparten estrategias sintácticas, aunque no la misma habilidad para usarlas.

Con el propósito de profundizar los hallazgos realizados hasta aquel momento, Brasel y Quigley (1977 citados por Marschark, 1993) realizaron un estudio en el que analizan el desarrollo de las habilidades sintácticas en estudiantes sordos profundos entre 10 y 18 años, divididos en grupos por edad, estatus de audición de los padres y experiencia lingüística inicial. Uno de los grupos se constituyó con niños cuyos padres sordos tenían buenas habilidades en inglés y se comunicaban con sus hijos a través del inglés signado. Un segundo grupo incluía niños sordos con padres sordos menos competentes en inglés que usaban principalmente lenguaje de signos en sus hogares. El tercer grupo incluía niños que recibían instrucción exclusiva en lenguaje oral y cuyos padres oyentes habían recibido instrucción en el uso de metodologías orales. Un cuarto grupo incluía niños que recibían instrucción oral en el colegio, pero cuyos padres oyentes no tenían instrucción en las metodologías orales empleadas en el establecimiento escolar. La muestra la constituían 24 niños por grupo. Las pruebas utilizadas por los autores fueron el Test of Sintactic Abilities y el Stanford Achievement Test. Los autores descubrieron que el grupo que utiliza el inglés signado, presenta el mejor nivel de competencia sintáctica y que los dos grupos manuales (inglés signado y lenguaje de signos) superan a los dos grupos orales en ambas pruebas.

Para Marschark (1993), los resultados de Brasel y Quigley (1977) indican que una combinación de lenguaje de signos y entrenamiento en lenguaje oral es el medio lingüístico más adecuado para que los niños sordos aprendan a leer, al menos respecto a la adquisición de las habilidades sintácticas y la comprensión escrita. Marschark señala que aunque es cierto que los dos grupos de niños con padres sordos colectivamente rinden mejor que los dos grupos con padres oyentes, los niños que reciben entrenamiento oral tanto en el colegio como en sus casas, presentan habilidades sintácticas comparables a sus pares con padres sordos expuestos a lengua de signos desde el nacimiento. El autor añade que los factores que más benefician el desarrollo de las habilidades sintácticas son; la exposición a la sintaxis y la adquisición de un vocabulario extenso.

Con la finalidad de averiguar si la competencia en estructuras sintácticas de los lectores sordos era igual, retrasada o diferente a la de los lectores oyentes, Volterra y Osella (1988 citados por Mies, 1998) realizaron un estudio con 50 sordos entre 9 y 16 años y 100 oyentes entre 6 y 11 años, con un nivel lector semejante. Entre los resultados obtenidos destacan que ambos grupos demostraron el mismo número de faltas en el uso de artículos, pero de distinto tipo. Por el contrario, en las tareas de utilización de plurales el desempeño de ambos grupos fue similar. Los autores concluyeron que el conocimiento de las dimensiones morfológicas en el estudiante sordo, se estanca en algunos aspectos en un momento determinado del proceso de aprendizaje y en otros aspectos adquiere características especiales.

En un estudio realizado en lengua castellana Rodríguez, García y Torres (1997), toman como hipótesis la posibilidad de que los problemas de lectura de los sordos no se encuentren en el nivel sintáctico, por lo que éstos serían capaces de aplicar las estrategias sintácticas. Para llevar a cabo la investigación, los autores seleccionaron una muestra de 16 jóvenes sordos profundos prelocutivos entre 15 y 25 años que habían estado expuestos a sistemas de comunicación combinados y un grupo control constituido por 18 jóvenes oyentes entre 15 y 21 años. Los investigadores concluyeron que los sordos resuelven las ambigüedades estructurales en oraciones primarias de la misma forma que los oyentes. Sin embargo, los sordos ante oraciones no-primarias no usan el principio construal, según el cual se establecen diferencias en el procesamiento en función del tipo de estructura sintáctica que tenga la oración a analizar. Dicho principio implica el aprovechamiento de la información temática y la estructural en la comprensión del marco sintagmático de la oración.

Los autores sostienen que el procesamiento de oraciones no-primarias parece ser cognitivamente más complejo dada la longitud de las frases y los distintos tipos de información implicada. Igualmente, puesto que los sordos desconocen un mayor número de palabras, presentan más problemas para aplicar principios temáticos debido al desconocimiento de las propiedades temáticas de algunas palabras. Rodríguez, et. al. (1997) consideran que es posible que los jóvenes sordos ante oraciones no-primarias más demandantes de recursos, ya que necesitan disponer tanto de información temática como sintáctica, vean sobrecargada su capacidad de procesamiento, no dispongan de los recursos suficientes y no logren poner en práctica las estrategias sintácticas o temáticas. La conclusión más relevante de esta investigación indica que los sordos son capaces de resolver la ambigüedad sintáctica en oraciones primarias. En cambio, frente a oraciones no-primarias no demuestran el mismo patrón que los oyentes. El hecho de que los sordos dominen las reglas en las oraciones primarias y no las correspondientes a las estructuras no-primarias, se origina posiblemente por las diferencias existentes entre ambas estructuras y las distintas exigencias que éstas imponen, ya que no sólo la complejidad cognitiva que subyace a ambas estructuras es diferente, sino que además varía en función del tipo de conocimientos que exige para la resolución de las ambigüedades. Por último, cabe destacar que la población sorda tiene un dominio aceptable de las habilidades sintácticas que permiten la construcción de estructuras sintácticas básicas en oraciones primarias.

Coincidiendo con estos resultados, Mies (1998) en un estudio realizado con 22 estudiantes sordos profundos entre 12 y 15 años, vuelve a verificar que los sordos adquieren el dominio de frases simples, pero muestran dificultades en el acceso a frases compuestas, especialmente aquellas con oraciones subordinadas. Durante las tareas observó que la mayoría de los alumnos presentaba dificultades en la comprensión de frases de relativo, principalmente si la interpretación de estas frases implicaba la ejecución de dos órdenes consecutivas.

Más recientemente, Lichtenstein (1998) consideró necesario investigar de manera integrada las relaciones de las habilidades sintácticas de los sordos y la memoria a corto plazo. Para ello seleccionó una muestra conformada por 86 estudiantes sordos con una media de edad de 20 años. Al realizar el análisis de los errores de escritura, observó que los estudiantes omitían las preposiciones, los artículos, los pronombres, las conjunciones, las cópulas, los auxiliares, los modales y los infinitivos, siendo los errores de tipo sintáctico los más relevantes dentro de las medidas evaluadas. El autor concluye que la habilidad para atender a las relaciones estructurales entre palabras podría depender de la habilidad para considerar y procesar una cierta cantidad de material en un tiempo determinado. Este nuevo hallazgo respecto de las habilidades sintácticas de la población sorda, proporciona más datos para comprender el problema. Si como señalan las investigaciones antes expuestas, los estudiantes sordos son capaces de analizar y procesar oraciones simples o primarias de la misma forma que sus pares oyentes y que los problemas aparecen al enfrentarse con estructuras más complejas, entonces la habilidad sintáctica podría depender de la capacidad para procesar el material lingüístico en la memoria a corto plazo.

En suma, podemos señalar que el conocimiento sintáctico es un indicador de la habilidad lectora. Las oraciones de las personas sordas son más cortas y simples en su estructura sintáctica que las de los oyentes. Son más rígidas, con más errores sintácticos, presentan problemas con las oraciones pasivas, en las cláusulas relativas, el objeto indirecto, en la formulación de preguntas, la complementación, la pronominalización, la disyunción y la alternación. No obstante, los lectores sordos presentan pocas dificultades con las oraciones primarias activas, afirmativas, negativas y en el uso de conjunciones.

Es posible señalar que los sordos muestran mayor eficiencia en las oraciones primarias, pero presentan problemas con las oraciones complejas. La observación de este fenómeno ha llevado a proponer que los sordos desarrollan estructuras sintácticas, pero dichas estructuras no evolucionan a un nivel de mayor complejidad. Los datos indican que los lectores sordos presentan un retraso, respecto de los oyentes, en el uso de habilidades sintácticas de 10 años aproximadamente. Por último, cabe destacar que uno de los principales factores de un buen nivel sintáctico en los estudiantes sordos, es la exposición al lenguaje (oral o manual) desde el nacimiento y una combinación de lenguaje de signos y destrezas en el lenguaje oral como método educativo.

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