El autismo, tal como fue definido por Leo Kanner en 1943, es un trastorno relativamente infrecuente – tiene una prevalencia aproximada de 4.5/10 000 – enmarcado dentro de los Trastornos Profundos del Desarrollo (TPD). Las alteraciones de lo que se ha llamado el espectro autista son mucho más frecuentes y se encuentran en dos o tres de cada mil personas.
Cuando el cerebro no organiza o procesa el flujo de impulsos sensoriales de manera que proporcione al individuo una información adecuada del entorno, así como la dirección eficaz del comportamiento humano, podemos decir que hay una disfunción de la integración sensorial, por lo que se dificulta el aprendizaje y a menudo el individuo se siente incómodo consigo mismo y no está al nivel de las exigencias y tensiones comunes.
Hasta la actualidad, los terapeutas de integración sensorial que han trabajado con niños autistas, han logrado resultados positivos en unos casos y en otros no, y proporcionar un cambio en su organización cerebral es alentador, especialmente porque los enfoques bioquímicos a este problema han sido de poca ayuda, y las técnicas para modificar conductas, solo se basa en eso, sin cambiar las causas o condiciones en el cerebro que provocan este comportamiento.
En los niños autistas se han encontrado tres aspectos del proceso sensorial insuficiente y son:
La entrada de sensaciones no se registra correctamente en el cerebro del niño autista, por lo que le presta poca o casi ninguna atención a las cosas a su alrededor, mientras que en ocasiones reacciona de forma exagerada.
Poca modulación de la entrada sensorial, especialmente la vestibular y la táctil, lo que puede traer como consecuencia que sea gravitacionalmente inseguro o táctilmente defensivo o indiferente.
Tiene poco interés en realizar cosas propositivas o constructivas, ya que la parte de su cerebro que lo impulsa a hacer cosas no funciona correctamente
Nuestro sistema límbico determina que entrada sensorial estamos registrando y qué hacemos con esa información, y en el niño autista esta función es deficiente, por lo que es incapaz de registrar y percibir lo que otros sí registran y perciben, y en otros casos no la modulan, por ende, su respuesta a una estimulación será directamente proporcional a la insuficiencia del funcionamiento del sistema límbico, esto trae consigo que sea incapaz de tener una clara percepción del espacio y su relación con él
El aspecto esencial del comportamiento humano es la organización de las percepciones y de la respuesta que damos a las mismas, por lo que al no percibir o actuar en el ambiente físico, carecemos de información para organizar comportamientos más complejos.
¿ Qué es el autismo?
El autismo, tal como fue definido por Leo Kanner en 1943, es un trastorno relativamente infrecuente – tiene una prevalencia aproximada de 4.5/10 000 – enmarcado dentro de los Trastornos Profundos del Desarrollo (TPD). Las alteraciones de lo que se ha llamado el espectro autista son mucho más frecuentes y se encuentran en dos o tres de cada mil personas.