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Consideraciones sobre el ruido y sus efectos patológicos. (Parte II)

Para finalizar, es importante tener en cuenta que la extensión del daño estará sujeto a la frecuencia del sonido, la intensidad y la duración de la exposición al mismo, existiendo evidentemente un factor individual implicado en el daño causado.
El Órgano de Corti, es el órgano responsable de analizar las ondas sonoras y transformarlas en impulsos eléctricos decodificables a nivel de la corteza cerebral. Mide en el ser humano desenrollando su típica forma en espiral, 34 milímetros de longitud y se halla enclavado en el laberinto óseo que protege a este noble órgano sensorial.
Sobre su membrana basilar se apoyan 17.000 a 18.000 células ciliadas distribuidas a razón de 395 células externas en fila de 3 y 1000 células ciliadas internas en fila de 1 por milímetro lineal. El tamaño del caracol no se modifica con el correr de los años y tampoco varía el número de células ciliadas que contiene.
Este axioma se rompe cuando el envejecimiento natural del oído, causas hereditarias, congenitopatías y agresores externos (enfermedades, drogas, tóxicos, hábitos sociales, y traumatismos) provocan la desaparición lenta o brusca de numerosas células ciliadas que por ser de origen nervioso no se pueden regenerar.

De esta manera se originan la QUIMIO o TOXOACUSIA (hipoacusia inducida por tóxicos o drogas), la NOSOACUSIA (hipoacusia inducida por enfermedades), la PROFESIOACUSIA (hipoacusia inducida por el ruido ocupacional), la SOCIOACUSIA (hipoacusia inducida por hábitos sociales o hobbies) y la PRESBIACUSIA (hipoacusia provocada por el envejecimiento natural del oído).
La mayoría de estas hipoacusias son de tipo perceptivo (también denominadas neurosensoriales) y se adquieren por las causas que se mencionaron anteriormente, afectando el órgano de Corti y/o estructuras de la vía auditiva cuyos componentes celulares y nerviosos son desorganizados y finalmente destruidos por estos agresores.

Como podemos observar el oído es extremadamente vulnerable a la acción del ruido, que puede actuar provocando una hipoacusia por alguno de estos dos mecanismos:

a) por exposición aguda al ruido originando “el traumatismo acústico agudo”
b) por exposición crónica al ruido llamada “ hipoacusia inducida por el ruido”

En el primero de los dos casos, actuará sobre el oído una energía sonora concentrada aplicada en un solo instante, pero de tal intensidad que será suficiente para lesionarlo. El daño puede ser unilateral o bilateral.
En la hipoacusia inducida por el ruido es necesaria la acción repentina a través del tiempo de una energía sonora suficiente para producirla. El daño es casi siempre simétrico.

Es verdad que muchas personas se encuentran expuestas a ruidos de niveles peligrosos para la audición y que la protección contra los ruidos es la única forma de aminorar la permanente pérdida de audición.
También conocemos que los ruidos de impulsos o los ruidos producidos por explosiones o disparos pueden ocasionar graves pérdidas auditivas luego de una sola exposición. Fuertes explosiones pueden provocar la rotura de la membrana timpánica e incluso luxación de la cadena osicular del oído medio o hemorragia en el oído interno.

El ruido puede ser responsable de un pequeño cambio temporal, pero también puede causar un daño permanente afectando las células sensitivas del oído interno (dañadas irreversiblemente por la incapacidad de regeneración de las células ciliadas de la audición), aparte de un conjunto sintomático caracterizado por acúfenos, diploacusia, sensación de oído tapado, distorsión sonora, etc.

Para finalizar, es importante tener en cuenta que la extensión del daño estará sujeto a la frecuencia del sonido, la intensidad y la duración de la exposición al mismo, existiendo evidentemente un factor individual implicado en el daño causado.

 

Referencias

Behar Alberto (1995) “El ruido y su control”. 2º Edición 1994. Editorial Trillas.
Werner Mendez (1995) “El ruido y la audición”. Editorial Ad – Hoc. Bs. As. Argentina
Zentner Carina y Otros (2001) “Incidencia del ruido en jóvenes que frecuentan locales bailables”. Universidad Nacional de San Luis, República Argentina.

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