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Alteraciones perceptivas y práxicas en pacientes con TCE: relevancia en las actividades de la vida diaria. (Parte II)

las apraxias se pueden definir como los trastornos de la actividad gestual aprendida, ya se trate de movimientos adaptados a un fin o de la manipulación real o por mímica de objetos, que no se explican ni por lesión sensitiva , motora o perceptiva, ni por alteración mental o de comprensión verbal y que aparecen tras lesiones en determinadas zonas cerebrales.
De forma genérica, las apraxias se pueden definir como los trastornos de la actividad gestual aprendida, ya se trate de movimientos adaptados a un fin o de la manipulación real o por mímica de objetos, que no se explican ni por lesión sensitiva , motora o perceptiva, ni por alteración mental o de comprensión verbal y que aparecen tras lesiones en determinadas zonas cerebrales.(22)

De acuerdo con la definición anterior se deduce que la descripción de déficits práxicos se establece en parte por exclusión, es decir, identificando éstos a partir de otros signos que se descartan. Si bien conviene indicar que en la práctica clínica diaria con pacientes , es poco frecuente observar casos con alteraciones puras y concretas donde no interfieran otras, ya que habitualmente coexisten diferentes déficits como puede ser la presencia de trastornos perceptivos asociados a déficits práxicos.

Las primeras hipótesis y descripciones clínicas acerca del procesamiento práxico las realiza Liepmann en 1900 al diferenciar las apraxias de otro tipo de alteraciones neuropsicológicas (23). Este investigador propone en 1905 una hipótesis sobre el sistema de procesamiento de la acción lateralizado en el hemiferio cerebral izquierdo a partir de casos reales en los que observó la presencia de apraxia asociada a lesión cerebral izquierda estableciendo como hemisferio dominante el izquierdo para los movimientos así como para el lenguaje.

En estudios más recientes realizados por diversos autores como Geschwind y Heilman se confirmó el papel del lóbulo parietal contralateral a la mano dominante como “almacén” de la memoria de acción necesaria para los movimientos implicados en la utilización de objetos. Asimismo, otros autores como Goldberg plantea además la analogía donde las áreas premotoras y el área motora suplementaria (AMS), la cual recibe proyecciones del lóbulo pariental, cooperan en el control de la actividad en las áreas motoras primarias de la misma forma que un piloto y el sistema de navegación controlan el vuelo de un avión (24).

De acuerdo con estos y otros estudios similares se establecen una serie de características comunes que describen el modelo neuroanatómico que integra el lóbulo parietal izquierdo como responsable del conocimiento semántico (conceptual) de las acciones (gestos, función de los objetos a utilizar, ...) con las áreas motoras en los lóbulos frontales encargadas de los componentes de ejecución de las mismas.

Posteriormente, las investigaciones realizadas por autores como Roy y Square en 1985 (25) así como Rothi, Ochipa y Heilman en 1991 (26) coinciden con los trabajos pioneros de Liepmann si bien sugieren actualizar el modelo anterior. En el modelo de procesamiento de la información se identifican dos componentes: sistema semántico (conceptual) y sistema de producción. El primero procesa la asociación entre la función del objeto y la secuencia de acción y el segundo asume las funciones de especificar las relaciones espacio-temporales del movimiento y activar la ejecución del mismo.

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