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El handicap social y afectivo en personas sordas.

Los estudios realizados por la Dra. Dominique Collin, posibilitan, a partir de una descripción de los diferentes handicaps: biológicos, verbal, intelectual y socio-afectivo, un conocimiento de las características más destacadas de las personas que presentan déficit auditivo.

Handicap social y afectivo.

Desde el punto de vista social la sordera crea aislamiento. Muchas veces los mensajes sonoros recibidos por las personas sordas, son recibidos de manera incompleta, o tergiversados, lo que incrementa ese distanciamiento.

Los sordos desarrollan una actitud vigilante, defensiva, que los hace vulnerables. Ellos suelen compensar su carencia auditiva por el sentido visual.

A las personas sordas, necesariamente hay que prepararlas para que puedan vivir activamente en dos grupos sociales: el mundo de los sordos e hipoacúsicos y en el mundo de los oyentes.

Al niño sordo le resulta muy fácil encontrar a adultos oyentes que le sirvan de referencia (padres, familiares, amigos...), pero es más dificultoso que mantenga una relación con personas sordas adultas, que le proporcionen una identificación, un modelo. Por ello, la figura del adulto sordo es de real importancia para crear hábitos de seguridad, autoestima, reconocimiento e identificación con su colectivo.

Los adolescentes sordos, muchas veces al hablar acerca de sus temores o angustias, reflejan la gran pregunta, ¿serán aceptados por otros colectivos?. También se cuestionan si los entenderán, si se harán comprender, si no estarán marginados, solos, aislados... El habilidad de escuchar arriba a una dimensión inalcanzable.Todo aquello que se vive como una carencia, se termina sobredimensionando. El hablar con códigos en la adolescencia, el quedarse enganchados al teléfono, el cantar canciones juveniles, etc, cobran un valor inmenso en los adolescentes sordo.

En muchas situaciones, la actitud en la conversación es pasiva, expectante del hilo conductor, que establezca su interlocutor.
La falta de audición los priva de distracciones sociales, las que habitualmente suplen, a través de películas extranjeras subtituladas, teatro mímico, danza y expresión corporal...

Los sordos que frecuentan a personas normo-oyentes amplían sus horizontes, pero en grupos heterogéneos se marginan, desconfían y frustran el intercambio.
Muchos hipoacúsicos participan en clubes y asociaciones para personas sordas, ello fomenta el espíritu de camaradería, asociacionismo y tiempo libre, muy útil para el proceso de identificación y aceptación de su realidad y desarrollo afecto y social.

 

Referencias

Collin, D. Psicología del niño sordo. Ed. Toray-Masson, Barcelona, España.
Morgon, A y otros. Educación precoz del niño sordo. Ed. Masson, Barcelona, España, 1984.
Löwe, A. Audiometría en el niño. Implicaciones pedagógicas. Ed. Panamericana. Buenos Aires, Argentina. 1981.
Fischer. B. Niños con trastornos auditivos. Manual para padres. Ed. Galerna, Buenos Aires, Argentina. 1981.
http://www.geocities.com/HotSprings/Villa/4130/tesis/frame_hipo.htm

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