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Como lo han señalado diversas investigaciones, en los niños con estos retrasos existe historia de limitación en su atención conjunta. Ante la importancia de poder identificar a los pequeños hablantes tardíos se hace necesaria la revisión de todos aquellos instrumentos o herramientas que permitan poder realizar está tarea de manera integral.
El Retraso Inicial del Lenguaje (también llamado Inicio Tardío del Lenguaje, Hablantes Tardíos o Emergencia Tardía del Lenguaje) se presenta en pequeños entre 18 y 35 meses de edad, que al igual que los niños con desarrollo típico, tiene historia del desarrollo sin antecedentes significativos y sin dificultades afectivas, auditivas, cognitivas, motrices, ni otra condición neurológica. Como lo han señalado diversas investigaciones, en los niños con estos retrasos existe historia de limitación en su atención conjunta (tanto en actos de iniciación, como en actos de respuesta), balbucean menos, tienen inventarios fonéticos más reducidos y producen un número menor de estructuras silábicas (Jackson-Maldonado, 2004; Reilly et al., 2018). Es necesario mencionar que durante el final del primer año de vida e inicio del segundo, se ha observado dificultad en la producción y utilización de gestos, así como las habilidades de juego. En otros trabajos se ha abordado la importancia de la evaluación de estos dos últimos aspectos (para ampliar consultar en Gallardo, 2023).
Conforme alcanzan los dos años de edad se hace evidente la dificultad de producción del vocabulario, llegando a diferenciarse de los niños con desarrollo típico en el tamaño que va desde menos de 50 palabras hasta cero palabras. El hecho de no tener una cantidad determinada de vocabulario dará como resultado la incapacidad de poder combinar dos o más palabras en frases. Otro aspecto importante es la dificultad para la adquisición y dominio de los verbos, que eventualmente afectará el desarrollo de la gramática (Horvath et al., 2019). Además de lo ya mencionado, se deben considerar todos aquellos factores de riesgo que se asocian a estos pequeños, ya que la cantidad de los mismos será un factor decisivo en el desarrollo lingüístico posterior de estos niños.
Ante la importancia de poder identificar a los pequeños hablantes tardíos se hace necesaria la revisión de todos aquellos instrumentos o herramientas que permitan poder realizar está tarea de manera integral. En esta primera parte se hablará sobre el tamizaje, este concepto se refiere de forma general a mediciones que se realizan para conocer si alguna persona está en riesgo de padecer alguna enfermedad, en el caso del retraso del lenguaje (hablantes tardíos), se pueden realizar como una medida de prevención al ingresar a alguna institución médica (p. ej., en las visitas de control de salud) o educativa, que sin tener el antecedente o sospecha se realiza de manera rutinaria al inicio y según se establezca, se puede realizar cada determinado tiempo.
Un segundo motivo por el que se realizan estas pruebas de tamizaje en niños menores, es cuando existe la sospecha, entonces para corroborar que efectivamente haya una dificultad con el lenguaje se aplica en la primera fase, que en todos los casos se debe acompañar de una detallada historia del desarrollo pre, peri y postnatal, antecedentes familiares, y todos aquellos aspectos significativos que consideré el profesional. Una tercera razón por la que se realizan estas mediciones es la correspondiente a los estudios de investigación a gran escala, en ocasiones forman parte de estudios epidemiológicos, donde junto a otras pruebas, se estima la prevalencia (número de casos) de una determinada condición o dificultad en la población seleccionada. En la mayoría de estudios sobre el Retraso Inicial del Lenguaje se han realizado este tipo de pruebas, p.ej., en los estudios de Rescorla (1989; 2002) en Scheffner, et al. (2017), Collisson, et al. (2016), entre otros.
En la literatura de habla inglesa se han utilizado diversos instrumentos de tamizaje, por lo que en el idioma español también se ha replicado está práctica, uno de ellos es el Cuestionarios de Edades y Etapas, tercera edición (Squires y Bricker, 2021), la Encuesta/Sondeo del Desarrollo del Lenguaje (Rescorla, 1989; Seltzer, 1995) y los Inventarios del Desarrollo de Habilidades Comunicativas MacArthur-Bates (Jackson-Maldonado et al., 2005). En la parte informal se ha hecho uso también de cuestionarios y escalas, de las que se hablará en otro apartado posterior.
Además de los instrumentos para el tamizaje del lenguaje, existen pruebas de tamizaje que valoran otras áreas del desarrollo, como ya se ha mencionado se debe cerciorar que el retraso inicial del lenguaje sea la única dificultad en el menor, algunos recursos de ese tipo son el Screening del Inventario del Desarrollo Battelle (De la Cruz y González, 2013) o la Evaluación del Desarrollo Infantil (Rizzoli-Córdoba, 2013), por mencionar algunos, estos, ayudar a estimar el nivel de desarrollo cognitivo, motriz, comunicativo, social y autoayuda.
Para determinar la presencia del Retraso Inicial del Lenguaje se deben cumplir aquellos criterios establecidos, siendo uno de ellos el no tener otras áreas del desarrollo afectada, pero en muchos casos esto no será así, para un sector de la población infantil el retraso de lenguaje estará asociado a otra condición como la discapacidad intelectual o la discapacidad auditiva, por lo tanto, el proceso de evaluación debe ser llevado a cabo por profesionales de salud con formación específica en el tema y que además conozca del trabajo multidisciplinario del que muchas veces tendrá que solicitar para casos más específicos.
Para muchos investigadores el Retraso Inicial del Lenguaje no se considera un diagnóstico como tal, sin embargo, la Asociación Americana del Lenguaje-Habla y Audición (ASHA, por sus siglas en inglés) si emite las correspondientes características y menciona explícitamente que se trata de un retraso que se diagnóstica como tal, cuando las trayectorias del desarrollo del lenguaje se encuentren por debajo de lo esperado para la edad (ASHA, 2024), además que en su momento, solicitó a los revisores del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales-Quinta Ed. que se incluyera oficialmente dentro de la clasificación. Por otro lado, la Clasificación Diagnóstica de Salud Mental y Trastornos del Desarrollo de la Infancia y la Niñez Temprana (Zero to Three, 2016) contempla dentro de sus diagnósticos al Trastorno del Desarrollo del Lenguaje que puede ser aplicado a partir de los dos años siempre y cuando se cumplan los criterios establecidos.
Para finalizar, es conveniente reflexionar sobre el impacto que puede tener el Retraso Inicial del Lenguaje en pequeños que forman parte de ese porcentaje que no será capaz de superar estas dificultades por sí solo, además de eso, puede ser que sus dificultades sean persistentes y que deriven en afectaciones a largo plazo, como es el caso del Trastorno del Desarrollo del Lenguaje. Para los especialistas de la salud, el lenguaje y la educación, la tarea pendiente será continuar actualizándose en temáticas que involucren el desarrollo temprano del lenguaje, su evaluación y su intervención.
Referencias
Collisson, B. A., Graham, S. A., Preston, J. L. Rose, M. S., McDonald, S. & Tough, S. (2016). Risk and Protective Factors for Late Talking: An Epidemiologic Investigation. J Pediatr, 172:168-174.e1. doi: 10.1016/j.jpeds.2016.02.020.
De la Cruz M. y González M. (2011). Inventario de desarrollo BATTELLE. 4ta Ed. tea ediciones, 2011.
Gallardo, I. E. (2023). Evaluación del Retraso Inicial del Lenguaje: El juego y el desarrollo gestual. Revista Digital Espacio Logopédico. https://www.espaciologopedico.com/revista/articulo/3811/evaluacion-del-retraso-inicial-del-lenguaje-el-juego-y-el-desarrollo-gestual.html
Gallardo, I. E. (2023). Evaluación del Retraso Inicial del Lenguaje: La intención comunicativa. Revista Digital Espacio Logopédico. https://www.espaciologopedico.com/revista/articulo/3815/evaluacion-del-retraso-inicial-del-lenguaje-la-intencion-comunicativa.html
Horvath, S., Rescorla, L. y Arunachalam, S. (2019). The syntactic and semantic features of two-year olds’ verb vocabularies: A comparison of typically developing children and late talkers. J Child Lang, 46(3): 409–432. doi:10.1017/S0305000918000508.
Jackson-Maldonado D. (2004). El retraso del lenguaje en niños mexicanos: vocabulario y gestos. Anuario de Psicología, 35 (2): 257-278.
Jackson-Maldonado D., Thal D., Fenson L., Marchman VA, Newton T, Conboy B. CDI Inventarios MacArthur-Bates del Desarrollo de Habilidades Comunicativas. Manual Moderno; 2005.
Rescorla L. (1989). The Language development survey: a screening tool for delayed language in toddlers. J Speech Hear Disord, 54: 587- 599.
Rescorla L, y Achenbach T. M. (2002). Use of the language development survey (LDS) in a national probability sample of children age 18 to 35 months old. J Speech Lang Hear Res., 45: 733-743.
Rizzoli-Córdoba A, Schnaas-Arrieta L, Liendo-Vallejos S, Buenrostro-Márquez G, Romo-Pardo B, Carreón-García J y cols (2013). Validación de un instrumento para la detección oportuna de problemas de desarrollo en menores de 5 años en México. Bol Med Hosp Infant., 70 (3): 195-208
Scheffner, C., Morgan, P., Farkas, G., Hillemeier, M., Bitetti, D. & Maczuga (2017). Late Talkers: A Population-Based Study of Risk Factors and School Readiness Consequences. J Speech Lang Hear Res, 60(3): 607–626
Seltzer, S. C. (1995). Adaptación, normalización, y estudios de validez del sondeo del desarrollo de lenguaje (SDL) para la detección de retraso de lenguaje expresivo en niños Mexicanos de 15 a 31 meses de edad. México: Universidad de las Américas.
Squires, J. & Bricker, D. (2021). Ages & Stages Questionnaires® in Spanish, Third Edition (ASQ®-3 Spanish). Brookes Publishing Co.