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El adulto desde su niñez ha tenido que crear mecanismos y recursos para compensar su déficit de atención y poder ser funcional en su vida académica o laboral, pero en la vida adulta pueden presentarse síntomas residuales, o bien, pueden persistir con limitación funcional pero bien adaptado.
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se caracteriza por la dificultad para prestar atención, hiperactividad y conducta impulsiva. Por lo general este trastorno es diagnosticado en la infancia, sin embargo, gran parte de los niños que presentaron TDAH en la infancia continúan teniendo problemas en la vida adulta, tales como un mal desempeño laboral, en relaciones inestables o baja autoestima.
Generalmente los síntomas en los adultos no son tan claros como en los niños. En los adultos puede disminuir la hiperactividad, pero la dificultad para prestar atención y la impulsividad continua.
Para muchos adultos las tareas cotidianas pueden ser complicadas, pues no saben que tienen TDAH. La dificultad para concentrarse puede derivar en que no cumplan con fechas límite o no acudan a reuniones importantes; por otro lado, la dificultad para controlar los impulsos puede oscilar entre que se impacienten al esperar en una fila hasta tener arrebatos de ira.
Algunos síntomas en adultos son:
En algún momento de nuestras vidas todas las personas experimentamos alguno de estos síntomas; pero cuando estos interfieren constantemente en las actividades cotidianas probablemente se trata de TDAH.
El adulto desde su niñez ha tenido que crear mecanismos y recursos para compensar su déficit de atención y poder ser funcional en su vida académica o laboral, pero en la vida adulta pueden presentarse síntomas residuales, o bien, pueden persistir con limitación funcional pero bien adaptado.
Un médico puede sugerir diferentes planes de tratamiento o terapias conductuales que ayuden a controlar los síntomas.