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¿Qué sucede con nuestras relaciones familiares durante el aislamiento? Es fácil que salgan a la luz rivalidades, celos, competencias y enojos durante esos días, pero también encontramos una gran oportunidad para reforzar los vínculos familiares desde la comunicación.
Nuestro mundo se ha visto afectado por una pandemia llamada COVID-19 que, de alguna manera nos ha obligado a permanecer en casa, aislados en un espacio cerrado y limitado, sin más compañía que la de nuestro núcleo familiar más cercano.
Los primeros días percibiremos al confinamiento como algo bueno, pues nos permitirá pasar más tiempo con la familia y dedicarnos a algunas actividades para las que a veces contamos con poco tiempo; pero al cabo de tres o cuatro días, empezamos a sentir que es complicado llevar a cabo nuestra rutina, sentimos el aislamiento como una carga y hasta pueden surgir tensiones en nuestras relaciones familiares, incluso se habla de que en algunos países se ha incrementado el número de divorcios por la cuarentena.
¿Qué sucede con nuestras relaciones familiares durante el aislamiento? Nos referimos en primer lugar a las relaciones conyugales. En muchos hogares la mayoría del tiempo papá y mamá están fuera de casa y durante el aislamiento quedan expuestos a un ambiente de tensión, pues de repente ya no hay esos espacios de “fuga”, más la incertidumbre que ya de por sí genera saber que existe un virus nuevo que se contagia con tanta facilidad. Es fácil que salgan a la luz rivalidades, celos, competencias y enojos durante esos días. Muchas veces el hogar no es un lugar “color de rosa” por llamarlo de alguna manera, y cuando la relación entre los cónyuges ya estaba dañada o cuando ya existía desde antes de la pandemia algún tipo de abuso o de violencia, o que al verse obligados a convivir pudieron darse cuenta de que su relación ya no existía, el riesgo de una separación es mayor.
Pero no toda relación tiene que terminar en una separación. Del otro lado de la moneda encontramos una gran oportunidad para reforzar los vínculos familiares desde la comunicación. Hasta cierto punto es normal que el encierro en casa nos genere tensión, pues vivimos con la incertidumbre que por sí sola causa la crisis sanitaria, y ello ocasiona más roces y discusiones en la familia, por lo que resulta imprescindible que haya un espacio individual y respetar ese espacio que el otro necesita. Centrarnos en lo que nos une como pareja es fundamental para una sana relación.
¿Y la relación con mi(s) hijo(s)?
Es probable que los pequeños se muestren preocupados y que surjan los miedos, pues ellos perciben una situación de alerta, sus rutinas cambiaron drásticamente de un momento a otro y ya ni siquiera pueden jugar con sus amigos. Es importante que les permitamos expresar sus emociones y ser empáticos con ellos para que puedan comprender qué está sucediendo, y en la medida de lo posible, brindarles un ambiente de calma. El establecimiento de rutinas y la organización en casa pueden ser útiles para que los niños y adolescentes cumplan con sus deberes, pues sentirán que los tomamos en cuenta pero al mismo tiempo hay que comprender sus necesidades y ser pacientes. Recuerda que ellos tienen la necesidad de correr, brincar, gritar y jugar, o en adolescentes es normal la rebeldía y quizás quieran llevar la contraria.
Como familia podemos ver este confinamiento como una oportunidad para conocer mejor a cada miembro de nuestra familia y fortalecer los vínculos. Tenemos la oportunidad de trabajar valores como la responsabilidad, la cooperación y el respeto hacia los demás.
Respetarnos, comunicarnos y aprender a tomar distancia cuando nos sentimos ofuscados nos ayudará a mantener y fortalecer nuestros vínculos familiares.
¿Y si vivo con un familiar mayor?
Las personas más vulnerables son las personas mayores y son a quien más debemos de cuidar. A ellos el encierro les puede ocasionar depresión con más facilidad que a otros miembros de la familia y su miedo a enfermarse puede ser mayor. Tal vez algunos sientan que han perdido sus actividades recreativas o puedan experimentar una tensión financiera. Todo ello puede derivar en problemas para dormir y puede generarles ansiedad. Algunos de nuestros ancianos necesitan apoyo de otros. Para ellos también es importante hacerles sentir que son parte de la familia, colaborar en actividades dentro del hogar, mantener la comunicación, las rutinas y sobretodo hacerles sentir que con el aislamiento no perdieron el afecto.
¿Y si tengo un familiar que vive solo?
Es de suma importancia mantener la comunicación con nuestro familiar por medio de videollamadas, llamadas o mensajes de texto, eso le ayudará a no sentirse solo y no caer en depresión. También sería importante asegurarse de que tenga víveres suficientes y que hay algún vecino que lo pueda auxiliar en caso de alguna emergencia.
Tomemos en cuenta que el confinamiento es pasajero.