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La afasia es una alteración del lenguaje que ocurre después de una lesión cerebral. Los pacientes mantienen su inteligencia, sus recuerdos y personalidad, pero pierden la capacidad de comunicarse. La mayor parte de los casos de afasia son resultado de alteraciones en la circulación sanguínea del cerebro (principalmente infartos cerebrales que interrumpen la llegada de oxígeno y nutrientes a las áreas encargadas de procesar el lenguaje).
El lenguaje es una facultad fundamental para el ser humano: además de ser la herramienta básica de comunicación e interacción con los demás, es un puente entre el pensamiento y su expresión, y es parte central de nuestra identidad. No es difícil imaginar que al perder esta habilidad como consecuencia de una lesión cerebral, se afecta no sólo la capacidad de comunicación, sino también las relaciones familiares, sociales y de pareja, la posibilidad de trabajar y por tanto, el aspecto financiero. Como resultado, impacta la seguridad personal y el concepto de sí mismo. Es una experiencia desconcertante y abrumadora.
A partir de los estudios de Pierre Paul Broca en 1861 al localizar el área cerebral encargada de la expresión oral del lenguaje, se hizo evidente la primera correlación anátomo-clínica. De esta forma se puso sobre la mesa el debate sobre el funcionamiento cerebral. Dicho interés en cómo funciona el cerebro sigue vigente, y el estudio del lenguaje de los pacientes con afasia representa una de las evidencias neuropatológicas, que apoyan las teorías neurolingüísticas actuales.
La afasia es una alteración del lenguaje que ocurre después de una lesión cerebral. Los pacientes mantienen su inteligencia, sus recuerdos y personalidad, pero pierden la capacidad de comunicarse. La mayor parte de los casos de afasia son resultado de alteraciones en la circulación sanguínea del cerebro (principalmente infartos cerebrales que interrumpen la llegada de oxígeno y nutrientes a las áreas encargadas de procesar el lenguaje).
Dependiendo de la extensión y la localización de la lesión, pueden afectarse ya sea la expresión o la comprensión del lenguaje (o ambas), tanto en la modalidad oral como en la escrita. La expresión del lenguaje puede afectarse en la habilidad para articular, para formar palabras o estructurar oraciones, para seleccionar las palabras adecuadas al contexto, o para transmitir las ideas de forma ordenada, clara y completa. En relación a la comprensión, hay pacientes que no logran relacionar las palabras con los objetos a los que hacen referencia, hay quienes no son capaces de seguir el tema de una conversación, quienes tienen dificultad para comprender la estructura gramatical, o quienes tienen dificultad para discriminar palabras similares, como: pato/palo.
Las alteraciones presentan diferente grado de severidad y se manifiestan de forma distinta en cada caso. También varía el pronóstico y el proceso de recuperación ya que hay muchas variables que interactúan además de la extensión y localización de la lesión, como la edad del paciente, el apoyo familiar y el tipo de rehabilitación que recibe. Cada paciente tiene una evolución distinta.
Después de una lesión, el cerebro tiene la capacidad de reorganizar su funcionamiento y crear nuevas conexiones que logren realizar, al menos parcialmente, el trabajo desempeñado por las neuronas perdidas. Es justamente esta capacidad de recuperación funcional del tejido cerebral - su plasticidad - lo que permite que existan avances en la rehabilitación. Si bien suele ser un proceso largo y laborioso, es posible observar avances graduales, encontrar estrategias compensatorias y alternativas para mejorar la comunicación cotidiana.
La terapia de lenguaje desempeña un papel medular, de ahí la importancia de recibirla de forma consistente. Un terapeuta de lenguaje (logopeda o fonoaudiólogo) con experiencia en alteraciones adquiridas del lenguaje es el especialista encargado de realizar una valoración cuidadosa de las habilidades afectadas y conservadas. Con base en los resultados de la valoración, establece un plan terapéutico personalizado, cuyo objetivo es restablecer la comunicación funcional y lograr la máxima readaptación del paciente.
La rehabilitación de la afasia se aborda generalmente mediante un equipo interdisciplinario, donde pueden colaborar: fisioterapeuta (restablece la fuerza, el equilibrio, la coordinación y la movilidad), terapeuta ocupacional (ayuda a recuperar la realización independiente de actividades cotidianas como vestirse o comer), psicólogo (debido a las alteraciones emocionales o familiares resultado de la limitación en la comunicación), psiquiatra (da tratamiento farmacológico para ansiedad o depresión) y neuropsicólogo (trabaja cualquier otro proceso cognitivo que se haya afectado de forma significativa después de la lesión cerebral, como la memoria y la atención). Finalmente, es necesario llevar un seguimiento médico apropiado. Los médicos encargados varían dependiendo del estado de salud del paciente y de la causa de la afasia. Suelen ser: neurólogo, cardiólogo, internista o geriatra.
La familia es la comunidad cercana que nos comprende, acepta y ayuda. Ya que es un sistema, al haber un cambio producido por la afasia, empieza un proceso de aceptación y reorganización. Por tanto es clave que los familiares reciban la información necesaria para que puedan apoyar al paciente y alcancen un equilibrio en su relación. Mantener el vínculo afectivo es indispensable para lograr recorrer juntos todas las etapas de este difícil proceso. Sin embargo, a pesar de las dificultades, es posible adaptarse de forma positiva a los retos que trae vivir con afasia. Abre la puerta a centrarse en las cosas esenciales, reordenar las prioridades, descubrir fortalezas y encarar la vida con una perspectiva distinta.