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Si como dice: Paulo Freire: “La educación es un acto de amor, por lo tanto, un acto de valor”, tendremos un auténtico mapa geográfico bien delimitado por donde transitar, sin tropiezos, sin perdernos y sobretodo, sintiéndonos acompañados/as… Así pues, a caminar con el mapa en la mano…
Cambiar la estructura individualista por una estructura de equipo, hará que todos los alumnos/as estén en la misma linea de partida, aprendan unos de otros, descubran unos de otros, nuevas realidades que les permitirá tener una visión amplia del mundo, nada sesgada, sino todo lo contrario, de escucha activa y compromiso social.
Sin duda, el mayor objetivo en educación para éstos próximos años, se centrará en la diversidad. La escuela de la diversidad deberá mirar conceptos como: pluralidad, flexibilidad, acompañamiento, observación y atención directa, movilidad de contenidos significativos; todo ello hará que la diversidad tenga valor educativo y a nivel social y comunitario se vislumbre nuevos focos de luz, que marquen un camino que cambie la impotencia por la potencia educativa, la resistencia a los cambios por la fuerza positiva del cambio, la crisis del monopolio de saber por nuevos principios transformadores del proceso enseñanza y aprendizaje.
De esta manera, el maestro/a dejará de llevar la carga actual de: maestro desautorizado, desgastado, cansado ante la situación desbordante, impotente, y será capaz de construir el nuevo paradigma del aprendizaje, teniendo en cuenta, el ida y vuelta, el compromiso, el saber poner límites sin miedos a las represarías, el dejar de ser víctima de un sistema.
Los directivos de las escuelas deben asumir nuevos compromisos, modificar algunas perspectivas, tales como: revisión del andamio de la dirección para no focalizar solo en la sanción, dejar de lado posturas autoritarias, repartir el liderazgo escolar, buscar constantes fuentes de capacitación de cara a los maestros/as, a los familiares, a los alumnos para que adquieran nuevas posturas, valores positivos, educación emocional e inteligencias múltiples.
La alianza, la puesta en común, el hablar en libertad y respetando las diferentes posturas, el arribar a acuerdos consensuados centrados en la educación y calidad, hará que la escuela tenga el peso que la sociedad se merece y que los niños/as, los maestros y la comunidad educativa disfruten de la situación de aprendizaje.
Esto no es utopía, solo se requiere estar en la misma linea de partida y marchar todos juntos con un mapa claro hacia el horizonte de la restauración de valores, destrezas y habilidades centrados en los niños/as.
Si como dice: Paulo Freire: “La educación es un acto de amor, por lo tanto, un acto de valor”, tendremos un auténtico mapa geográfico bien delimitado por donde transitar, sin tropiezos, sin perdernos y sobretodo, sintiéndonos acompañados/as… Así pues, a caminar con el mapa en la mano…