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Tratamiento integral de la enfermedad de Alzheimer. (3 de 3)

El programa personal de intervención comportamental actúa sobre:

1.- Adaptación-modificación del medio físico

El medio habitual debe de ser adaptado para mantener la máxima autonomía y evitar la aparición de conductas anómalas. Para una adecuada orientación es necesario colocar señales que identifiquen como parámetros temporales y espaciales así como mantener un mínimo de intimidad como marco de sentimientos personales. Un espacio e independencia adecuados impiden las alteraciones de conducta.
Es necesario readaptar todo el entorno del paciente demenciado, ropa, vestidos, accesos, habitación, áreas de seguridad. Señalizar de forma fácil y visible las áreas del Centro, colocar fotos de familiares en la habitación, etc.

2.- Modificación de las interacciones sociales

Favorecer la autonomía, mejora la conducta, evitar el paternalismo y la dependencia institucional (rutinas, estereotipias, horarios rígidos, poca atención, perdida de lo propio).
Hacérselo todo al anciano demenciado, por comodidad personal, favorece la perdida de las capacidades para las AVD.

3.- Estimulación y activación

La disminución de las estimulaciones y la actividad contribuye a acentuar la degradación cognitiva y comportamental.
Las actividades estimuladoras deben incentivar la intervención, adaptándose a los intereses y posibilidades de cada paciente, buscando una motivación positiva.
Así los ejercicios físicos están indicados en los demenciados de los primeros estadios ya que mejoran la perfusión cerebral y la sensación de bienestar subjetivo ( aumento betaendorfinas), facilitando el sueño.

4.- Estrategias para facilitar la autonomía.

Sabemos que la EA produce un déficit progresivo de la autonomía (orientarse, moverse, comunicarse, alimentarse, lavarse, vestirse, orina y defecación, etc.).
El deterioro cognitivo impide realizar técnicas de feedback y ejercicios perineales en los casos de incontinencia fecal y/o urinaria. La causa de la incontinencia no solo radica en el control de los esfínteres, sino también en los trastornos sensoriales y motrices para desnudarse, ir al sitio adecuado, sentarse, etc.
La reeducación puede intentarse tras un completo conocimiento de las características de la incontinencia (hora, frecuencia, cantidad, etc.). Podemos utilizar el programa de incitaciones regulares a la micción y gratificación positiva ( con muy buenos resultados) yendo al retrete cada cierto tiempo según las frecuencias estudiadas. En todo caso dispondremos una señalización adecuada y clara (líneas en suelo o pared, carteles, pictogramas, etc.)
Las dificultades para el vestido y aseo personal suelen consistir en un mal uso o inadecuación de las prendas. El programa personalizado estudiará cuales son los errores, efectuando un tratamiento secuencial o actos por niveles de ejecución (preparar la ropa, cogerla, colocársela por orden, abrocharla, etc.) y ayudando con incitaciones verbales y gestuales. En todo caso utilizaremos refuerzos o gratificaciones positivas.

Para reactivar la memoria nos concretamos en la memoria a corto plazo y la autobiográfica.
En la EA existe una adquisición y uso de la memoria inmediata de forma anárquica, mezclándose desordenadamente todos los elementos adquiridos.
Por ello un buen ejercicio de memoria consiste en el recitado verbal de pequeñas partes de relatos, que se resumen previamente antes de pasar a la siguiente. Hay que procurar que la información recibida sea bien comprendida. Cada nuevo paso en el recitado irá precedido de una reactivación ordenada de los resúmenes anteriores.
La memoria autobiográfica es esencial para mantener el autorespeto del enfermo. Los datos los presentamos en un proceso unitario, utilizando todos los estímulos personales posibles (fotos, ropas, descripciones, visitas, etc.) en forma de aprendizajes paso a paso, cada paso con una identificación. También con listas de palabras donde solo aparecen las tres primeras letras. Utilizamos tablas, pizarras, calendarios señalizados, señalizaciones con objetos que indican determinada actividad, carteles, listones de colores.

En nuestra experiencia los programas de tratamiento no farmacológico de la enfermedad de Alzheimer deben ser personalizados e individualizados, es decir adaptados a la persona que los va a recibir y al estadio de la enfermedad en que se encuentra esta, realizando un tratamiento especifico del deterioro y/o deterioros más importante del enfermo, orientados fundamentalmente al contacto con su entorno y a las actividades básicas de la vida diaria.

En un estudio longitudinal realizado durante tres años, presentado en el V Congreso Nacional de Fisioterapia en Granada, hemos encontrado que la realización de estos programas no farmacológicos en los primeros estadios de la enfermedad, mejoran substancialmente la calidad de vida de los enfermos en los últimos estadios de la misma, aunque no varíe la evolución cronológica de la enfermedad.

En concreto la realización de un programa individualizado de intervención comportamental en sus facetas de adaptación del enfermo al medio físico, modificando las interacciones sociales, favoreciendo su autonomía, realizando actividades de estimulación y activación, y con actividades de rehabilitación cognitiva.

Estos programas de tratamiento no farmacológico de la EA han hecho disminuir el numero de úlceras de decúbito en posteriores estadios de la enfermedad, efectuar un mejor control de esfínteres, mejor deglución, menor presentación de fracturas y menor numero de infecciones respiratorias.

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