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El plan de clase debiera tener un sentido circular: se fijan unos objetivos, se presenta una situación problemática, los alumnos resuelven y sobre el error se explica la forma correcta y se valida lo que está bien, se ejercita y evalúa. Esta evaluación debiera decirle si los objetivos se cumplieron. Pensada así, la clase termina dónde comenzó, cierra. Es circular en ese sentido.
Cuando el plan se ejecuta, el momento de “Institucionalización” del contenido a enseñar es de vital importancia. Es el momento en el que el docente “se para frente al alumnado” y expresa el contenido, dándole así el estatuto de saber socialmente validado. Sin este momento, ese contenido pareciera que no sale de la instancia intuitiva en la que el alumnado aporta a la clase lo que ya sabe y la situación áulica se resume en un sondeo de saberes previos sólo para comprobar empíricamente que los alumnos y alumnas no son “tabulas rasas”.
Una clase que no ha sido pensada como un espacio de intercambio cooperativo de dificultad ascendente entre los saberes del alumnado y el saber estatutario del docente se transforma en un lodazal, se empantana y no ofrece ninguna instancia de crecimiento.
La incorporación del saber validado permitirá al alumnado sistematizar una serie de reflexiones que se convertirán en plataformas mentales desde donde podrá entender el mundo de manera más amplia.
En este, sentido la sugerencia es planear la clase como una instancia de enseñanza - aprendizaje en forma espiralada y ascendente. Partir con un barrido de los saberes previos, acomodar el terreno y luego “enseñar” ese saber validado. Cuando digo enseñar, digo: enunciar el contenido, explicarlo, ofrecer problemas (actividades) que permitan al alumnado aplicar ese conocimiento para sistematizarlo. La sola explicación no basta, será necesario ofrecer otras alternativas de solución: comparación, búsqueda de ejemplos, de excepciones... No digo impartir una receta. Digo imbricar los saberes previos con el nuevo saber aportado por el docente para convertir la clase en un espacio de tracción hacia un conocimiento nuevo, más amplio, diferente, del cual docente y alumnos salgan modificados. Además, para que este nuevo saber se proyecte en el tiempo es necesario que se vincule con la vida, de lo contrario será un simple dato, que se olvida fácilmente.
Con respecto al tiempo, para que la clase transcurra de manera entretenida es conveniente distribuir armoniosamente los momentos, y sostenerlos. Una clase en la que se vuelca todo el contenido en diez minutos y se llena los restantes con actividades carece de interés, al grupo le sobra tiempo, la clase se torna aburrida.
Por el contrario, en una clase donde todo el tiempo el docente y el grupo abordan nuevos contenidos y no se da tiempo a procesarlos, el docente corre el riesgo de perder a su alumnado por el camino.
Van aquí entonces, algunas estrategias para acortar o alargar la clase sin que se pierda el hilo del trabajo que se tiene preparado:
Para alargar la clase
- Copiar las consignas en el pizarrón.
- Pedir al alumnado que haga las lecturas en voz alta.
- Hacer que los alumnos y alumnas pasen al pizarrón a resolver las actividades.
- Que el alumnado resuelva las consignas de manera escrita.
- Socializar las respuestas
Para acortar la clase
-Dictar las consignas.
-El docente es quien realiza la lectura en voz alta.
-Pedir a los alumnos y alumnas que dicten las respuestas y el docente escribe en el pizarrón.
-Que el alumnado resuelva las consignas de manera oral y en el mismo acto se socializa.
Estanilao Bachrrach, en su libro “Ágilmente”, menciona la diferencia entre “genes” y “memes”. Los genes son componentes biológicos del ser humano que se transmiten hereditariamente, mientras que los memes son los conocimientos socio-culturales que sólo pueden ser aprendidos por la persona, y es compromiso de los adultos enseñárselos.
En la clase, el practicante es el adulto y por tanto el responsable de gestionarla. Visualizar de antemano su accionar, qué dirá, cómo hará, qué responderá el alumnado le ayudará a resolver los problemas cuando se le presenten. Llevar un registro de los aciertos y dificultades de sus prácticas y evaluar periódicamente los avances le permitirá dar continuidad a la tarea y superarse profesionalmente.
Creo que la frase de Benjamín Franklin: “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo” sintetiza de manera magistral lo que debiera ser el espíritu de la carrera docente y en consecuencia el de la clase. El docente que se involucra con su carrera encontrará la forma de incluir a sus alumnos en el apasionante y liberador viaje del conocimiento.
Referencias