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Los juguetes: material Lúdico-didáctico autónomo. (Parte V)

Consuela saber que la problemática expuesta corresponde solo a un determinado sector de la sociedad y de la industria del juguete y que tenemos aún la opción, para no caer en la complicidad, de poder elegir y ofrecer a los pequeños, entre la inmensa variedad, juguetes conscientemente concebidos, productos de una sociedad y cultura que los respeta, cualquiera sea su procedencia, que responden a patrones de libre actividad lúdica, que les proporcionarán alegría, que serán receptores de su afectividad, y que podrán ser los compañeros que guardarán íntimamente sus secretos.
Martha Glanzer | 1/11/2006
Pero afinando un poco la observación, podemos comprobar también que hay otras conjeturas que pueden llegar a convertirse en amenazas en acecho, y es acá donde comenzamos a contactar con una problemática no manifiesta:

IV - Una problemática a considerar: ¿Etnotecnología versus ludonomía?

Por una parte interpretamos que los estudios sobre la evolución del desarrollo de los niños proveen a los fabricantes de valederas nociones sobre las características de las diferentes etapas evolutivas, para producir juguetes acordes a ellas, que son producto muchas veces de observaciones del niño jugando, con la intención de contribuir a su actividad. Pero en oportunidades observamos que, para realzar esos productos y hacerlos más atractivos se le agregan detalles que, como habíamos visto, lejos de enriquecer el juego lo empobrece y parcializa. Cuantos mas detalles tiene el juguete, menos tiene que imaginar el niño.

Para poder considerar y exponer esta problemática resulta oportuno recalcar que las sociedades de consumo son sumamente competitivas. Siendo la competencia (en el sentido de competitividad, no de probidad) una característica sobresaliente y no se descarta por lo tanto, que sea uno de los factores que interviene asiduamente en la selección de los juguetes así como en su producción.

Podemos llegar a comprobar así que nuestro producto, se encuentra asediado por distintos tipos de competencias:
- una competencia personal guiada por la ansiedad de algunos padres que privilegian la maduración acelerada del niño;
- la competencia social que muchas veces ostenta una política de prestigio;
- y la competencia comercial y que determina su cantidad, variedad y calidad.

Nos explayaremos si bien brevemente desde un análisis crítico, sobre cada una de estas « competencias »

En cuanto a la competencia personal, ella se pone de manifiesto al considerar como un aporte positivo el anticipar juguetes que aún no son los propicios para la edad. Vemos en estas conductas la ansiedad de los padres que propician un desarrollo acelerado de sus hijos y que los lleva a adquirir productos que, que según su criterio podrían contribuir a ello.

La competencia social privilegia tambien otro tipo de logros: el de anticipar al niño la posesión de tal o cual producto para ofrecerle una « novedad » anunciada por los medios de comunicación, y que muchas veces solo contempla el aspecto del prestigio, lejos de valorar el grado de conveniencia que ese juguete podrá ofrecer al niño.

En cuanto a la competencia comercial, vemos que la variedad es característica implícita de la cantidad, mayor variedad propone mayor cantidad, y a su vez mayor cantidad de productos propicia una mayor posibilidad de ventas.

Para alcanzar la meta de progreso continuo se propende a una mayor producción cuantitativa o cualitativa, que trae aparejada la necesidad de una gran difusión para que la producción masiva pueda ser absorbida, y una correlativa publicidad para ponerla en marcha atrayendo a los consumidores.

Y el juguete como producto socio-cultural aventajado entra en esa vorágine, formando un eslabón de la cadena.

Podemos decir aventajado, pues el juguete posee entre sus características intrínsecas, y manifiestas, la importante connotación afectiva ya citada: la de constituir legión de obsequios destinados a la población infantil.

Por lo tanto la variedad se extiende y nuevos juguetes aparecen en el mercado; llegando entre ellos los juguetes personalizados, a algunos de los cuales ya nos habíamos referido anteriormente al incluirlos entre los juguetes de participación difícil o restringida.

Dichos personajes llegan ya con un nombre y traen consigo su historia personal: muñeca con cuerpo de señorita a la que luego se complementa con un personaje masculino, muebles a su tamaño, vestimentas para diferentes ocasiones, etc. La muñeca que se adopta que estuvo en voga hace algunos años en USA, los dueños del universo, todos ellos y muchos otros que se suman día a día, son protagonistas de historias que los anticipan a su aparición en el mercado. Para que los niños conozcan este tipo de nuevos personajes se utilizan como habíamos visto, los medios masivos de comunicación: TV, video-cassettes, revistas infantiles y otros, que difunden sus historias, sus slogans, sus vocabularios propios. Se comienza con ellas como introducción a los ya mentados productos derivados para poner en marcha su producción.

Cuando no es el adulto quien decide el regalo, es el niño que elige. Sabemos que generalmente los niños eligen sus juguetes de acuerdo a su afección individual, y para ello cuentan con una gran diversidad. No obstante debemos aceptar que esa diversidad depende en primera instancia de los parámetros que dicta la situación momentánea del mercado. En estos casos tanto los niños como los padres o adquirentes son quienes se encuentran en gran parte bajo la influencia del « marketing» que en ese momento propone la oferta y que apoyado en la comunicación mediante las medias, difunde e impone determinados productos los que pueden hasta llegar a constituir una nueva moda o tendencia.

Y vemos que el mercado tiende, por razones naturales de subsistencia, a agrandarse y a extenderse. ¿Cuales son entonces sus principales parámetros?

Uno de ellos es como dijéramos, la creación de nuevos productos, otro, el agregado de distintos elementos o accesorios que diferencian los nuevos modelos de los anteriores ya existentes y los hacen mas « actuales ». Evidentemente esta técnica de presentar constantemente novedades atrae la curiosidad de los posibles compradores que muchas veces quieren proporcionar a los chicos las sorpresas que se anuncian como mejoras.

También muchos juguetes tradicionales van siendo modificados y pasan entonces, con sus nuevos atributos, a formar parte de los juguetes modernos que aportan al mercado los fabricantes, y que contribuyen así a extender su dominio .

Al enfrentarnos ante esta problemática podemos deducir que entonces los niños no solo juegan con empobrecidas-ricas réplicas de la realidad y con sus accesorios, sino que también, como habíamos visto, algunas veces juegan con rígidas réplicas de la imaginación adulta que ya lo ha concebido todo.

Llegamos entonces a constatar que el supuesto enunciado de que parte de la cultura de los pueblos se ve reflejada en los juguetes que produce para la infancia, va perdiendo vigencia en tanto la mundialización de las comunicaciones, llega a todos los puntos del planeta, y con ella la difusión de los productos que proceden de distintas latitudes, en los que poco a poco se va disipando la identidad de su procedencia.

Se posibilita con ello la adquisición de productos concebidos y realizados en países super industrializados, que son los que tienen mas fácil acceso a la mundialización, lo que provoca la transculturación de los sustentos de la actividad lúdica.

Resumamos entonces a qué puede llegar la problemática del juguete en estos casos:


1) La imaginación del niño puede verse cercenada cuando el adulto creador del juguete le presenta los elementos ya completos, a los que aún le agrega los accesorios.
2) La avidez lúdica del niño, es a su vez captada por el adulto creador, y acaparada por el juguete que lo hace todo: ruido del motor, galope del caballo, movimiento, voz, etc, animados por la electrónica.
3) La creatividad del niño es también ignorada por el creador cuando éste le ofrece personajes con historias propias, concebida a la manera del adulto, lo que conduce a quien juega, a desarrollar conductas lúdicas estereotipadas, que responden a patrones preestablecidos.
4) La transculturación del juguete y de los medios lúdicos que permiten a niños y niñas el acceso a productos de otras culturas, prerrogativa que debiera enriquecer las posibilidades lúdicas, pero que algunas veces también las coarta.
5) La mundialización de productos y costumbres que aceleradamente va borrando rastros de los orígenes que se habían mantenido a través de generaciones.

Desde el comienzo venimos diciendo que el juguete emerge de las distintas civilizaciones y sociedades como ofrenda del adulto hacia el niño, en testimonio de su afán de velar por su bienestar, por satisfacer sus necesidades lúdicas, por suministrarle fuentes de conocimientos, material de experiencias, elementos de creatividad. Vimos también cómo la ludonomía tiende a mejorar el campo de juego infantil y los productos acordes a esta actividad. En contrapartida, a través de estas páginas llegamos también a constatar como en nuestros días se van generando hábitos que pueden tender a la restricción gradual del juego espontáneo de los niños, llegando muchas veces a asfixiar su creatividad, a inhibir su reinado en el dominio del juego y asistimos en estos casos a lo que pudiera considerarse como una progresiva y alarmante mutilación, encubierta y tal vez no consciente de los derechos del niño a jugar libremente

V - El juguete como material lúdico-didáctico autónomo.

Consuela saber que la problemática expuesta corresponde solo a un determinado sector de la sociedad y de la industria del juguete y que tenemos aún la opción, para no caer en la complicidad, de poder elegir y ofrecer a los pequeños, entre la inmensa variedad, juguetes conscientemente concebidos, productos de una sociedad y cultura que los respeta, cualquiera sea su procedencia, que responden a patrones de libre actividad lúdica, que les proporcionarán alegría, que serán receptores de su afectividad, y que podrán ser los compañeros que guardarán íntimamente sus secretos.

Los pequeños sabrán apreciar los beneficios que los juguetes les aportan, con todas las propiedades que les son inherentes, los que así se convertirán en su propio material lúdico-didáctico autónomo, que los sustentarán en las distintas etapas de su desarrollo y los ayudarán a enfrentar los desafíos que se van generando constantemente durante la compleja etapa de la niñez.

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