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Los juguetes: material Lúdico-didáctico autónomo. (Parte I)

Considerado desde distintos marcos conceptuales, se puede deducir que el juguete no es solo un objeto en sí, sino que, en un sentido más amplio se trata de un nudo de roles, de posibilidades y de relaciones que se hacen ostensibles, además de en su relación con el niño, del lugar que ocupa dentro de un medio o de una sociedad, y en ésta, dentro del marco específico de su consideración por la infancia.
Martha Glanzer | 15/12/2016
Introducción

Teniendo en cuenta los valiosos atributos de sus propiedades intrínsecas, podemos considerar al juguete en general como un elemento socio-cultural en el que se reconocen importantes valores formativos, que desempeña un indiscutible rol didáctico de por sí, y que llega a los niños y niñas por otras vías que no son las del establecimiento escolar.

En este punto es importante reconocer que cuando el niño juega conquista conocimientos y adquiere destrezas, y su iniciativa se acrecienta al actuar en forma voluntaria. Tenemos también presente que los juguetes, mediadores del juego, son objetos que reciben fuertes proyecciones de la personalidad en formación de los pequeños que los utilizan, lo que pone de manifiesto otro de sus valores: el afectivo.


Contenido

Desde este marco conceptual puede considerarse a los juguetes como materiales

lúdico-didácticos, vinculados a una pedagogía no estructurada que llega de afuera. Trataremos de analizar aquí la calidad de sus aportes y algunos aspectos de su problemática.

Comenzamos por enunciar de manera suscita los temas a abordar que se irán desarrollando:

I- Temas relativos al juguete en sí como producto socio-cultural

II- Temas relacionados a los vínculos que se crean entre el niño que juega y el juguete de que dispone.

III- Temas atinentes al lugar que ocupa el juguete en la sociedad que lo produce. Su relación con las técnicas de producción y con el mercado que los sustenta

IV- La problemática existente y las amenazas en acecho.

V - El juguete como material didáctico autónomo.

Su rol afectivo como mediador entre el adulto que lo regala y el niño que lo recibe es considerado e incluido en todos los temas precedentes.

Soy conciente que la vastedad de estos temas podrían merecer un libro entero, no obstante aquí nos atendremos solo a enunciar algunos conceptos precisos y abreviados.

Desarrollo

I - El juguete como producto socio-cultural

Desde una perspectiva histórica se puede considerar en principio al juguete como el primer producto cultural ofrecido al niño en todas las civilizaciones.

Al ir descubriendo sus diversos aspectos podemos comprobar que se trata en sí mismo de un elemento complejo que ofrece en su estructura intrínseca mucho más de lo que a simple vista se pudiera observar, pues este objeto polivalente presenta valores educativos, afectivos, cognitivos, funcionales, y es considerado como un precioso sostén de la producción imaginaria del niño entre otros atributos.

Múltiples propiedades específicas lo sustentan, cuya larga lista sería difícil de completar, pero trataremos no obstante de abordar aquí algunas de las mas significativas.

Considerado desde distintos marcos conceptuales, se puede deducir que el juguete no es solo un objeto en sí, sino que, en un sentido más amplio se trata de un nudo de roles, de posibilidades y de relaciones que se hacen ostensibles, además de en su relación con el niño, del lugar que ocupa dentro de un medio o de una sociedad, y en ésta, dentro del marco específico de su consideración por la infancia.

En cuanto a la educación de la infancia, algunos estudiosos han afirmado que la constante actividad de los pequeños, que pasan su atención de un objeto a otro (y que muchas veces los adultos consideran como inestabilidad) es uno de los factores que permiten favorecer el desarrollo de las facultades intelectuales, sobre las cuales cuenta la enseñanza. Por ello es importante reconocer en los juguetes que rodean el habitat de niños y niñas, el valor que de ellos se desprende como motivadores de la actividad lúdica, despertando la curiosidad y ofreciendo un espacio para saciarla. Esa curiosidad y las actitudes que de ellas se desprenden, responden en general a la capacidad creciente de las estructuras bio-psíquicas adquiridas, y es la observación de esas actividades de los pequeños la que induce a considerar que su atención se orienta desde sus comienzos hacia actividades necesarias a su desarrollo. Ellas forman parte de esa faceta de la educación que el niño realiza por sí mismo, seleccionando y repitiendo sin cesar experiencias útiles, e indispensables a su crecimiento, elaborando sus propios procesos de acción con tenacidad y certeza (a veces con obstinación o porfía), a su propio ritmo, y de acuerdo a sus posibilidades de acceso a la manipulación y a la comprensión.

Para llegar entonces al concepto de que la educación es el arte de organizar la personalidad del niño, sería importante en ese contexto, asumir el hecho de asegurarle, entre otros objetivos propuestos, la obtención de los medios o elementos para que ella se pueda ir organizando también desde el niño. Coincidiendo con esta orientación, algunos estudiosos de los comportamientos infantiles han aportado conceptos relativos a que la educación más efectiva para fijar la atención, será aquella otorgada por el objeto mismo.

Así el pequeño, disponiendo a su alcance de objetos y elementos indispensables para sus experiencias, que él graduará respondiendo a sus posibilidades de acción, podrá acceder a una cantidad de oportunidades que irán orientando sus actividades en forma independiente hacia las estructuras lógicas del pensamiento, durante el transcurso de su evolución.

Sabemos que el niño de 0 a 5 años comparte su tiempo entre su hogar y el jardín de infantes o jardín maternal. En ambos ambientes estará rodeado de objetos que lo sostienen en sus juegos y en su manipulación. En la institución pedagógica, los materiales didácticos seleccionados, de acuerdo a la edad y a las diferentes actividades a desarrollar pueden asegurar generalmente una progresión lógica de realizaciones y de adquisiciones para la asimilación de conceptos.

Pero también sabemos que el niño pasa luego a su hogar, donde su « arsenal » de juguetes (objetos de inestimable valor en su formación) se presentan en forma desorganizada, pues a diferencia del material didáctico de que dispone en el jardín de infantes, que ha sido seleccionado y proporcionado por las docentes, los juguetes llegan al niño desde distintas y caprichosas procedencias, ya sea como regalos de personas allegadas o lejanas, motivadas por distintas circunstancias, de compromiso social o afectivas hacia el niño, siendo conocedores o no de sus predilecciones selectivas.

En este caso, y en su hogar, niños y niñas disponen de disparidad de juguetes. Todos ellos asumen un rol en sus juegos, un rol importante que influye y está presente en la relación que se va desarrollando entre el sujeto y su objeto lúdico.

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