Uno de los mayores problemas que plantea la pérdida auditiva es la dificultad para acceder al lenguaje escrito y a la capacidad de alcanzar una competencia lectora adecuada y funcional. En este artículo se presenta una revisión de las principales investigaciones llevadas a cabo durante los últimos 40 años, respecto de las causas que originan el fracaso lector de los estudiantes sordos. Se analizan las habilidades léxicas, sintáctica, semánticas y pragmáticas del lenguaje.
Habilidad lingüística y fracaso lector en los estudiantes sordos.
INTRODUCCIÓN
Durante los últimos 40 años, distintos investigadores han invertido grandes esfuerzos indagando las causas que originan el fracaso lector de las personas sordas. Muchas han sido las explicaciones que se han señalado como causantes de dicho fracaso. Entre ellas, la más obvia es la escasez o falta de audición, la cual conduce a una alteración en el desarrollo lingüístico oral y tiene como consecuencia un problema grave en el aprendizaje de la lectoescritura.
Andrews y Mason (1991) apuntan tres posibles causas que explican las dificultades en lectura de los estudiantes sordos. En primer lugar señalan la falta de conocimientos del medio y las pocas experiencias previas con los principales temas de los textos, como una causa de los bajos niveles en lectura de estos estudiantes. Los sordos inician el aprendizaje formal de la lectura con un repertorio lingüístico y conceptual reducido, debido a que en la generalidad de los casos el diagnóstico de la sordera ocurre después de los 2 años de edad y a que la gran mayoría de los niños sordos nace en familias oyentes que desconocen la lengua de signos. La segunda se refiere a la pobreza en las habilidades lingüísticas orales de los lectores sordos, ya que presentan un léxico limitado, un menor conocimiento de palabras polisemánticas, un desconocimiento de expresiones idiomáticas e igualmente, tienen dificultades con el lenguaje figurativo, las formas sintácticas y las inferencias. Una tercera causa planteada por los investigadores hace referencia a que la forma del lenguaje de signos, comúnmente el más usado entre la población sorda, es estructuralmente diferente del lenguaje oral.
Asimismo, Limbrick, McNaughton y Clay (1992) destacan dos explicaciones atribuidas a los bajos niveles de lectura obtenidos por los estudiantes sordos. En primer lugar, apuntan al déficit lingüístico global del lenguaje oral observado en las personas sordas y en segundo lugar a que la pobreza lectora puede estar relacionada con la calidad y cantidad de la instrucción lectora que reciben. En este sentido, los datos aportados por estos autores coinciden con los de King y Quigley (1985) al recalcar que los profesores de los niños sordos no reciben la instrucción suficiente en las metodologías de la enseñanza de la lectura.
La falta de eficiencia en la lectura también se atribuye a que, para los niños que se comunican con signos, el lenguaje oral es un lenguaje extranjero (Paul, 1998). Otros autores han señalado que una posible causa es que los niños sordos no formulan suficientes preguntas cuando se enfrentan a un texto escrito o que tienen menos interacciones con el significado de la lectura durante sus años preescolares (LaSasso, 1993). Por consiguiente, el déficit en la competencia lingüística se postula como uno de los principales factores del fracaso lector de los estudiantes sordos.
Cuando se pretende desvelar las principales dificultades de los estudiantes sordos en el momento de enfrentarse con el aprendizaje de la lectura, uno de los primeros factores que aparecen es la competencia lingüística. Para realizar este análisis es fundamental considerar las variables individuales que influyen en la sordera (grado de pérdida, edad de comienzo, sistemas de comunicación, estatus de audición de los padres, etc.), puesto que de ellas depende, en gran medida, el nivel lingüístico que presenta el estudiante sordo y el dominio del lenguaje oral o gestual que posee al iniciar el aprendizaje de la lectura.
Habitualmente los niños sordos inician el aprendizaje de la lectura sin un dominio suficiente del lenguaje oral, es decir, sin haber conseguido niveles mínimos de comprensión y producción lingüística. Por ello, varios autores recalcan que en los lectores sordos el aprendizaje del lenguaje oral y la lectura se superponen e incluso se utiliza el lenguaje escrito como soporte para mejorar el lenguaje oral (Asensio, 1989; Alegría y Leybaert, 1987). En este sentido, Waters y Doehring (1990) señalan que debido a la naturaleza interactiva de la lectura, el lenguaje y la cognición, los problemas de lectura de estos estudiantes pueden ser causados por insuficiencias específicas en el lenguaje, más que por deficiencias en las habilidades de lectura.
Por ello, investigadores explican que los problemas de lectura presentados por los niños sordos no son específicos de la lectura, sino el reflejo de un déficit global en su conocimiento léxico, sintáctico, semántico y pragmático del lenguaje oral, que limita sus progresos en el aprendizaje de la lectura. En este sentido, Alegría y Leybaert (1987) señalan que la impotencia lingüística constituye el principal obstáculo en la adquisición de la lectura por parte de los sordos. Argumentan que el problema central del sordo, comparándolo con el mal lector, es que ninguno de ellos transforma el texto escrito en una representación fonológica.
Por otra parte, Paul (1998) subraya que mientras el oyente inicia el proceso de aprendizaje de la lectura con un buen desarrollo de las habilidades de comprensión general del lenguaje, el sordo inicia el mismo proceso con un mal desarrollo de las habilidades de comprensión general del lenguaje como resultado de su deficiencia lingüística. Estas carencias acumuladas no se deben a una falta de habilidad inherente en los sordos, sino a un empobrecido medio inicial originado por la falta de experiencia e input lingüístico apropiado.
En consecuencia, se hace evidente que para aprender a leer y escribir son necesarias ciertas habilidades lingüísticas de las cuales los sordos carecen al iniciar este aprendizaje. Sin embargo, como recalca Asensio (1989) esta afirmación puede resultar demasiado general. Por ello es imprescindible precisar cuáles son los aspectos de la incompetencia lingüística general de los sordos, que son responsables de las dificultades en el aprendizaje de la lectura. En torno a este argumento, a continuación se presenta una revisión sistemática de los principales aspectos del lenguaje que han sido señalados como causantes del fracaso lector de los estudiantes sordos.