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El desarrollo idiomático del niño (Parte IV)

A pesar de que la comunicación entre el niño y el adulto resulta con frecuencia difícil, sabido es que el niño pequeño entiende mucho más de lo que expresa con palabras. Piaget explicó, con cierto criterio, que en el niño existe un idioma funcional, y que éste manifiesta por medio de símbolos en el juego y en los dibujos.
Víctor Montoya | 1/08/2006
Período del lenguaje egocéntrico.

Otra de las características idiomáticas de la primera infancia es el llamado “lenguaje egocéntrico”. Los niños, hasta antes de ingresar en el período de las operaciones concretas, hablan para sí (monólogo), como si comentaran su propia actividad, y conversan con otros niños sin escucharse los unos a los otros y sin esperar respuesta a lo que dicen. Se puede constatar que la conversación en un niño del período preescolar gira en torno a su propio “yo”, pues el pronombre “yo” y el posesivo “mío” son palabras indispensables en su expresión egocéntrica.

De otro lado, la fluidez del lenguaje interior presupone no sólo un tipo particular de actividad lingüística, sino también la habilidad de utilizar selectivamente los recursos idiomáticos más adecuados para expresar una idea cabal. “El lenguaje interior se manifiesta como una fase de la planificación en la actividad teórica y práctica (por ejemplo, nosotros antes de escoger uno u otro camino para llegar al lugar necesario, ‘discutimos’ con nosotros mismos hasta aclarar porqué un camino es mejor que otro), o como una fase de la realización del plan, sobre todo en algunos tipos complejos de actividad teórica, por ejemplo, cuando nosotros resolvemos un problema matemático difícil, también aquí estamos ‘deliberando’ con nosotros mismos” (Petrovski, A., 1980, p. 199).

Una vez superado el período en que se manifiesta el lenguaje egocéntrico, el niño da un salto hacia una socialización idiomática. Según Piaget -a diferencia del psicólogo ruso Lev Smenovitj Vigotski, quien sostenía la teoría de que el lenguaje egocéntrico no es más que una etapa de transición del lenguaje social al lenguaje propiamente individual-, el lenguaje del niño se desarrolla del lenguaje egocéntrico (para sí) al socializado (para los demás). “Le guste o no, el niño comienza a ver su relación con los demás como recíproca, y no unidireccional. Descubre que sus pensamientos no son necesariamente iguales a los de los demás. La actividad social y el marco lingüístico dentro del que opera presionan sobre él, y ajusta sus pensamientos de acuerdo con ellos. Comienza a verse a sí mismo y al mundo que le rodea desde otros puntos de vista” (Richmond, P-G., 1981, p. 51).

¿Qué se puede decir sobre la semántica? Todo aquél que haya tenido o tenga relación con niños pequeños sabe que las connotaciones semánticas de las palabras no significan lo mismo para ellos que para los adultos, porque el desarrollo semántico está íntimamente ligado al nivel de madurez cognoscitiva del individuo. De modo que, como ya se dijo, “los niños ‘no’ conocen el significado completo de las palabras cuando comienzan a usarlas, sino tan sólo algunos de los rasgos del significado que están también presentes entre los que los adultos poseen para esa palabra. Los niños comienzan identificando el significado de la palabra con sólo algunos rasgos de carácter muy general y utilizan esos rasgos para decidir cuándo deben aplicar la palabra. Por consiguiente, si observamos la utilización que de ellas hacen podremos descubrir que cometen ciertos ‘errores’ en relación con el uso de los adultos y, asimismo, podremos llegar a establecer cuáles son los rasgos que están teniendo en cuenta” (Soto R., P., 1986, p. 287).

A pesar de que la comunicación entre el niño y el adulto resulta con frecuencia difícil, sabido es que el niño pequeño entiende mucho más de lo que expresa con palabras. Piaget explicó, con cierto criterio, que en el niño existe un idioma funcional, y que éste manifiesta por medio de símbolos en el juego y en los dibujos. Cuando un niño de 4 años dice: “niño pelota”, tiene en mente la representación conjunta que correspondería a: “el niño tiene una pelota” o “este niño juega con pelota”. Además, se debe considerar que existe un lenguaje activo y otro pasivo, entre los cuales el pasivo tiene un léxico más amplio que el activo, lo que les permite entender el código lingüístico de una persona proveniente de otro medio social diferente al suyo o a los autores de los libros infantiles
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