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Término derivado de la programación de ordenadores y referido al hecho de que los distintos componentes de un programa deben ser lo más independientes entre sí, con lo cual cualquier falla puede atribuírse a uno de ellos en particular. Los módulos son entonces autónomos: pueden mantenerse intactos aunque los otros fallen. Marr, en 1976, propuso que el cerebro podía tener una organización modular, porque ella es muy ventajosa para cualquier sistema complejo que pretenda evolucionar: es más fácil corregir o mejorar, pues los cambios pueden hacerse en ciertos módulos sin necesidad de hacerlos paralelamente en los demás. Fodor, en 1983, desarrolló más extensamente esta idea.
Parkin, A.J. (1999) Exploraciones en neuropsicología cognitiva. Madrid: Panamericana, pág 5
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